Perlina y Marlota estaban paseando por el bosque. Ya empezaban a aburrirse hasta que Perlina vio una cueva a lo lejos.
—Vayamos a la cueva, a ver qué hay dentro —dijo Perlina.
—Vamos —dijo Marlota.
Cuando llegaron a la cueva, Perlina gritó:
—¡Ho-la!
El eco de la cueva les devolvió el saludo.
—Ho-la, ho-la.
—Parece que no hay nadie —dijo Marlota.
Las dos niñas entraron en la cueva. Estaba muy oscuro. Marlota encendió la linterna que siempre llevaba en su mochila, por si las moscas.
—¿Te imaginas que ahora saliera un dragón? —dijo Perlina.
—Los dragones no existen —dijo Marlota—. Pero podrÃa salir un dinosaurio, el último de su especie. ¿Te imaginas? Su familia habrÃa vivido aquà escondida durante milenios, hasta que solo habÃa quedado uno.
—¿Y si en vez de un dinosaurio encontráramos un huevo? —dijo Marlota.
—¡SÃ! El último huevo de dinosaurio, petrificado —dijo Perlina.
—PodrÃamos venderlo, y nos harÃamos ricas —dijo Marlota.
—O incubarlo, a ver si nace, y nos harÃamos ricas y famosas —dijo Perlina.
—Pues creo que lo he encontrado —dijo Marlota.
—¿El último huevo de dinosaurio? ¿Dónde? —dijo Perlina
—Aquà mismo —dijo Marlota, apoyándose contra algo.
—Esto es una piedra, Marlota —dijo Perlina.
—No, es un huevo petrificado de dinosaurio —dijo Marlota.
—¡Claro! ¡Un huevo petrificado! —dijo Perlina.
—Nos lo llevamos —dijo Marlota.
Las dos niñas intentaron levantar el huevo petrificado de dinosaurio, pero era muy pesado.
—Tendremos que buscar alguien grande y fuerte que nos ayude —dijo Perlina.
—¿Y si dejamos tranquilo al dinosaurio? Después de miles de años ahÃ, ¿quiénes somos nosotras para molestarle? —dijo Marlota.
—Tienes razón, amiga —dijo Perlina—. Vamos a buscar más historias.
—¿Y si aquà dentro viviera un ogro malvado? —dijo Marlota.
—¿Quién anda ah� —dijo una voz ronca y profunda.
—¡Ah! —gritaron las niñas, mientras salÃan corriendo de la cueva y se subÃan a un árbol.
Poco después vieron a un hombre salir de la cueva.
—No os asustéis, chicas, que no querÃa asustaros —dijo el hombre—. Estaba dentro de la cueva y no esperaba encontrar a nadie allÃ.
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€”Pues llevábamos un buen rato ahà —dijo Perlina.
—Me quedé dormido y, al despertar, me asusté y pregunté —dijo el hombre.
—Vale, señor, no se preocupe —dijo Marlota—. Siga con lo suyo y nosotras ya nos vamos.
El hombre volvió dentro de la cueva. Cuando lo perdieron de vista, las niñas bajaron del árbol y se fueron corriendo de allÃ.
—Con esto escribimos un cuento —dijo Perlina.
—Uno en el que un ogro malvado custodia un el último huevo de dinosaurio, que espera ser rescatado por dos super valientes super heroÃnas super fantásticas —dijo Marlota.
—Otra aventura de Perlina y Marlota, pronto en librerÃas —dijo Perlina.
Esa misma noche, las niñas empezaron a escribir la historia. A ver si la acaban pronto, que tengo muchas ganas de leerla.