En la escuela de Paco, habÃa un bufete que, además de servir el almuerzo para los alumnos, vendÃa también algunas otras cosas para que los niños que se olvidaban de llevar algún refrigerio de casa pudiesen comprar.
Paco solÃa quedarse solo en la escuela algunas horas luego de que sus compañeros se iban, haciendo tiempo para sus clases de deporte por la tarde. La escuela quedaba más cerca del campo de entrenamiento que de su casa, por eso no tenÃa sentido regresar a casa por tan poco tiempo.
Para no aburrirse en esas horas, Paco leÃa, realizaba sus tareas, o jugaba algún juego en el móvil. Pero a veces no tenÃa ganas de hacer nada de eso y se dedicaba a explorar la escuela. Un buen dÃa, Paco, pasando por el bufete, vio que por una pequeña hendija pasaba su mano, y de allà podÃa tomar galletas. Le pareció divertido y lo hizo. Y se le hizo costumbre, a Paco ese pequeño robo le parecÃa una aventura, asà que desde ese dÃa lo hizo a diario.
No paso mucho tiempo para que las autoridades de la escuela se dieran cuenta de la situación.
—Están faltando todos los dÃas paquetes de galletas— dijo la señora que se ocupaba de vender en el bufete.
—SÃ, ya van varias semanas que sucede eso. Pero no sabemos quién o quiénes son. Nosotros dejamos todo cerrado y no encontramos nada forzado, pero las galletas faltan— agrego su compañero.
—No se preocupen— comento Federico, el profesor de tecnologÃa que estaba allà bebiéndose un café— Voy a instalar una cámara de seguridad y fácilmente descubriremos que está sucediendo.
El pequeño Paco, habÃa observado toda la escena, ya que en ese momento estaba allà esperando para almorzar.
A partir de ese dÃa Paco se sintió amenazado por la cámara y no volvió a tocar las galletas. Cada vez que pasaba por el bufete en sus horas libres por la tarde, veÃa la cámara y recordaba que si repetÃa sus robos serÃa descubierto.
Una tarde Paco estaba caminando por los pasillos de la escuela, y sintió que lo llamaron.
—Hey Paco— era Federico, el profesor de tecnologÃa quien lo llamaba.
—Hola, profe, ¿qué tal?
—Muy bien Paco. ¿Has visto el tema de las galletas? No sucedió más.
—No… Por suerte no— respondió Paco, algo tÃmido.
—Qué diferencia crees que ha hecho la cámara?— preguntó Federico.
—Bueno, es que si te están vigilando debes hacer lo correcto. Y no está bien tomar algo sin pagarlo.
—Asà es, y si no te están vigilando también debes hacer lo correcto. Eres un buen niño Paco, no necesitas hacer esas cosas— agregó el profesor.
—Pero yo… Pero yo no…
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€”Tranquilo Paco, sé que eras tú el de las galletas. No te diste cuenta, pero desde mi oficina se ve el bufete, y muchas tardes me quede trabajando, te vi tomando las galletas.
—Lo siento… No sé qué estaba pensando, en ese momento me parecÃa divertido— dijo Paco avergonzado—. No volverá a suceder nunca… Y menos con la cámara, serÃa terrible que me vieran.
—Tranquilo niño, lo sé. Y la cámara que puse es un juguete, no sirve. Simplemente, querÃa darte una lección. Y creo que la entendiste.
Y sà la entendió, a partir de ese dÃa y para toda su vida, Paco siempre recordó la lección que su profe Federico le habÃa dado. Paco siempre tenÃa la premisa de actuar como si una cámara de seguridad lo estuviese viendo, haciendo lo correcto y lo que está bien. Paco entendió que tomando buenas decisiones y actuando con integridad la vida es mucho mejor y más sencilla.