Había una vez un marciano que soñaba con ser paseador de estrellas. Todos los demás marcianos se reían de él.
—Mejor será que te pasees por las estrellas, porque pasearlas va a ser un poco complicado —se reían sus vecinos.
Pasaban los años, y el marciano seguía con lo mismo:
—Seré paseador de estrellas, cueste lo que cueste.
Y así pasó el tiempo. Y, mientras el marciano trabaja en su sueño, los demás se reían de él.
Un día, ante el asombro de todo, el marciano se presentó con una gran nave espacial.
—¿Qué es eso? —preguntaron todos.
—La nave con la que cumpliré mi sueño —dijo el marciano.
Por respuesta, sus vecinos empezaron a reírse.
—Me voy a pasear estrellas —dijo el marciano, con mucha dignidad.
Pero eso no hizo más que arrancar una carcajada en todos los presentes.
El marciano decidió que ya estaba bien de aguantar burlas y se fue.
El marciano viajó muy lejos, porque en el sistema solar solo había una estrella, el sol, y estaba muy ocupada, sobre todo con los terrícolas.
El marciano siguió paseándose por la Vía Láctea. Pero había tantas estrellas que no sabía por cuál empezar. Después de mirarlas bien, decidió empezar a pasearlas.
Al principio, las estrellas no estaban muy contentas con los paseos, pero pronto descubrieron que el marciano les daba unos paseos increíbles y, gracias a él, podían contemplar muchas cosas que, desde su posición, no había visto nunca.
Una estrella le pidió que la llevara cerca de algún planeta, a ver si podía calentarlo, a ver si algún día, dentro de muchos años, pudiera aparecer alguna forma de vida.
Otra estrella le dijo al marciano que su sueño era formar parte de una constelación que tuviera forma de corazón, para enviar amor a todo el universo. El marciano se ocupó de buscar a más estrellas que quisieran colaborar y, con un poco de esfuerzo, el marciano paseó a todas esas estrellas para formar el corazón.
Otra estrella le dijo que sabía que el sol, la estrella del sistema solar, algún día se apagaría. Y, como ella era más joven, quería estar lista para sustituir al sol. Así que el marciano paseó a la estrella y la dejó lo suficientemente cerca como para poder hacer el cambio a tiempo.
Pasaron los años, las décadas, los siglos, los milenios… pero nunca dejó de haber un marciano paseador de estrellas recorriendo el universo. Ahora está muy lejos, pero sigue con su trabajo. Si alguna vez ves alguna forma en el cielo formada por estrellas, tal vez sea cosa del marciano paseador de estrellas, que está haciendo realidad los sueños de sus amigas luminosas.