El médico culturista
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El médico culturista

Edades:
A partir de 6 años
El médico culturista Tiago era profesor de educación física. A sus alumnos nos les pasaba desapercibido el tamaño de sus brazos, que eran enormes.

Un día, durante una clase con los mayores, un niño le preguntó:

-Tiago, ¿por qué tienes los brazos tan grandes?

-Es porque hago pesas, Valentín -respondió el profesor.

-Mi padre dice que tienes los brazos tan grandes porque eres culturista -dijo Anita.

-¿Qué es ser culturista? -preguntó Antonio.

-Significa que haces muchas pesas para ponerte muy cachas -dijo Pedro.

-Pues mi madre dice que estar tan cachas no es natural -dijo Ricardo.

-Pues mi papá también tiene los brazos muy grandes, y no es culturista ni nada de eso -dijo Lucía.

-Vale, chicos, ya vale -interrumpió Tiago, a sabiendas que tendría que improvisar algo para darle salida a aquel curioso debate-. ¿Queréis que os cuente una historia de un tipo muy cachas?

-¡Sí! -respondieron los niños. Las historias que contaba Tiago eran siempre geniales.

-A ver, ¿alguien sabe quién fue Santiago Ramón y Cajal? -preguntó el profesor.

-Pero, ¿no ibas a contarnos una historia de un tipo muy cachas? -preguntó Valentín-. Ramón y Cajal era médico.

-Y en su juventud fue culturista -dijo Tiago-. ¿A que eso no lo sabíais?

-¿En serio? Pero ¡si hasta ganó un Premio Nobel! -dijo Anita.

-Y eso, ¿qué tiene que ver con hacer hacer pesas o cualquier otro deporte? -preguntó Tiago-. Santiago Ramón y Cajal fue un hombre muy notable en su época, pero de joven hizo mucho ejercicio. Cuentan que, de joven, estaba absolutamente obsesiones por el culturismo, al parecer, debido a una apuesta.

-¡Pues sí que le dio fuerte al muchacho! -exclamó Ricardo.

-¡Y tanto! -dijo el profesor-. Cuentan que todo comenzó cuando perdió un pulso con un amigo. Le hirió tanto el orgullo perder que decidió ir a un gimnasio a entrenar. Y, ¿a que no sabéis cómo pagó las clases?

-¿Cómo? -preguntaron los alumnos.

-El médico culturistaSantiago Ramón y Cajal llegó a un acuerdo con el dueño del gimnasio y, a cambio de recibir entrenamiento, él enseñaría daría al dueño clases de anatomía. Y, como Santiago sabía mucho de cómo funciona el cuerpo, se puso súper cachas. No solo tenía los brazos grandes. También tenía una espalda enorme y unos pectorales tremendos. Era un auténtico forzudo, como los que se exhibían en las ferias de aquel entonces. Porque ahora es algo habitual, pero en aquella época lo estar cachas era una cosa bastante rara.

-Pues a mí me mola lo de ponerme cachas -dijo Valentín.

-Ya tendrás tiempo, jovencito -dijo Tiago-. De momento, vamos a seguir con la clase, que la resistencia es muy importante, y hoy toca correr.

Y en eso quedó la cosa.
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