El primer día que la Ardilla Tipy llegó a casa de Iván se encontraba muy asustada. Tenía miedo, pues no sabía cómo iba a vivir en ese sitio desconocido. Se encontró de repente en una jaula blanca muy grande que tenía dos troncos huecos donde había algodón, lo que parecía un bebedero enorme con agua, un cuadrado que parecía otra caseta y un bol con comida.
Tipy era muy desconfiada, así que tras estar unas horas reconociendo lo que parecía ser su próxima casa, sintió que se abría la puerta de la jaula y aprovechó la ocasión para salir corriendo con sus pequeñas patas y recorriendo todo el salón. Lo primero que vio fue un enorme trozo de tela, se agarró a él y subió y subió, aquello parecía infinito, como si fuera hasta el cielo.
Mientras llamaba a su madre, a Iván se le escapó la ardilla y se subió en las cortinas de casa. No querían hacerle daño así que esperaron a ver que hacía.
Tipy llegó al final del trozo de tela, miró hacia abajo y se dio cuenta de que había bastante altura, pero igualmente ella era una ardilla valiente y decidió saltar. Cuando tocó el suelo resbaló por la alfombra hasta llegar a otro sitio donde no era capaz de caminar. Resbalaba todo el rato y cuando caía al suelo se hacía un poco de daño, además tenía que correr más rápido, pues unas manos extrañas venían a por ella.
Iván observó alucinado cómo la ardilla saltó hacia el suelo desde lo alto de las cortinas y la siguió corriendo, ¡Qué velocidad tenía ese pequeño animal! Hasta la cocina, allí la pobre resbalaba, intentaba cogerla pero se escapa de sus manos.
Después de recorrer la cocina entera, Tipy vio otra salida y se fue hacía allí, cuando giró la esquina se encontró con una tortuga. ¡Hay más animales! La tortuga apenas reaccionó al verla y pudo esquivarla. Cuando fue corriendo a otra habitación se dio cuenta de que de repente estaba a oscuras, ella no tenía muy buena vista, pero sin luz no sabía que podía hacer. Intentaba escuchar por ver si oía algo que le diera una pista de donde estaba pero lo que escuchó no le gustó nada: Miauuuu. ¡Oh, no! Tenía un gato cerca. Estaba perdida.
Nada más pensar eso sintió una mano que la cogía suavemente y le decía:
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Ardilla Tipy por fin te pude coger. Soy Iván tu dueño, no te preocupes. Ahora serás una más de la familia. Esta la tortuga Toñi, la gata Nora y todos seréis amigos. Yo te cuidaré mucho.
A la ardilla Tipy le gustó lo que estaba escuchando. Quizá si estaba ella sola tendría muchos más peligros. Menudo rato había pasado. Cuando se encontró otra vez en su jaula Iván le dejo un montón de comida y algo que le encantaba: nueces. Con el algodón organizó su cama, en la otra caseta creó reservas de comida y poco a poco su dueño Iván la fue dejando salir de la jaula, incluso en alguna ocasión la llevaba al parque con él y corría por la hierba. Aprendió que los primeros días en los sitios nuevos te pueden dar miedo pero si observas lo que hay a tu alrededor puedes sentirte bien.