Julio era un ratoncito valiente, pero algo contestón. Vivía en una pequeña ratonera con su madre, su padre y sus siete hermanos y hermanas. Su hogar era muy confortable, pero en verano hacía mucho calor y el invierno era demasiado frío. A veces incluso se colaba algo de agua de la lluvia por las rendijas.
Como decimos, Julio era algo rebelde y no le gustaba que le dijeran lo que tenía que hacer. Un día de mucho frío, antes de ir a la escuela, su madre le dijo que se abrigase bien, porque iba a nevar según habían dicho en las noticias.
- No quiero, porque después en el cole siempre tengo calor -contestó Julio, refunfuñando.
el pequeño ratón no hizo caso y, como salió a la calle desabrigado, cogió un gran resfriado. La verdad es que le pasó todo lo malo que le podía pasar. Como era una tarde lluviosa con frío y viento, se mojó el calzado y perdió la única chaqueta que se había puesto antes de salir de casa. Pronto empezó a estornudar y a tener mocos, pero no llevaba pañuelos de papel. Como era muy orgulloso no se los quiso pedir a nadie y siguió caminando sin paraguas y sin abrigo cada vez con la naricilla más atascada. Por si esto fuera poco, se le rompió el pantalón al engancharse con un alambre del parque. Después en el cole, a donde llegó con las manos heladas, no pudo escribir bien porque le dolían mucho los dedos. Para colmo, la directora de la escuela dijo por el altavoz que se había estropeado la calefacción.
- Espero que hayáis venido bien abrigados, porque no vamos a tener calefacción hasta dentro de unos días -les dijo con su habitual tono amable.
Al final, Julio tuvo que reconocer la situación y volver a casa,
con el rabo entre las piernas, a reconocer que su madre tenía razón y que debería haberse abrigado bien. Cuando llegó a casa, la ratona se dio cuenta de que Julio tenía algo de fiebre y le preparó una sopa bien caliente. No le riñó, porque entendió que su hijo estaba aprendiendo de sus propios errores. Le puso también una manta y un gorrito de lana y le ayudó a meterse en la cama. Desde ese día Julio entendió que su madre y su padre le daban consejos por su bien y que solo trataban de educarle y para que empezase a hacer cada vez más cosas solo.