Pucky era un duende muy juguetón que vivÃa en el bosque. Un dÃa, mientras corrÃa entre los árboles en busca de aventuras, Pucky se perdió. Cuando se dio cuenta de que no podÃa encontrar el camino de regreso a casa se puso a llorar.
Una hada que revoloteaba por allà se acercó y le preguntó:
—¿Qué te pasa, duendecillo?
—Me he perdido y no sé cómo volver a casa —dijo Pucky, entre lágrimas.
El hada se puso a su lado y le dijo:
—¿Por qué no vuelve por donde has venido? Seguro que poco a poco te acuerdas.
—¡Qué buena idea! ¡Gracias!
Pucky empezó a recorrer el camino de vuelta.
Pronto se sintió confiado y se puso a jugar con las mariposas, con los conejos y con los pajaritos.
—¡Qué raro! —exclamó Pucky—. No recuerdo haber pasado al lado de esta cueva.
—¿Te has perdido, duendecillo? —preguntó una voz desde el interior de la cueva.
Pucky no contestó. Simplemente, echó a correr sin mirar atrás.
Después de correr mucho, Pucky llegó a un lugar donde salÃan dos caminos.
—¡Oh, no! Y ahora, ¿por dónde voy? —dijo Pucky.
Pucky estuvo horas intentando decidir qué camino coger. Estaba tan angustiado que se puso a llorar.
Cuando se cansó de llorar, se quedó en silencio. Entonces, Pucky escuchó algo que le animó. Era el sonido del rÃo.
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€”Eso es. Seguiré el rÃo. Si no me lleva a casa, podré pedir ayuda en el siguiente pueblo que encuentre.
Siguiendo su oÃdo, Pucky cogió el camino que le acercaba al rÃo. Para su sorpresa, ese camino seguÃa el cauce, y pronto llegó a una pequeña aldea.
Allà preguntó y un gnomo muy amable le llevó a casa en su barquito.
A partir de ese dÃa, Pucky se dedica a poner señales en el bosque para orientarse y para ayudar a otros a saber dónde están, por si se pierden igual que él.