Había una vez una selva en la que gobernaba un león tirano y avaricioso que tenía sometidos a todos los animales. Ni siquiera sus consejeros y ministros leones estaban de acuerdo con él, pero por temor a su ira obedecían y hacían cumplir las normas y los castigos.
Las normas del rey león eran tan estrictas que a los animales ni siquiera se les permitía abandonar la selva. El castigo por intentar fugarse era terrible. Los que eran capturados intentando huir eran encerrados y azotados. Su familia y sus amigos corrían la misma suerte.
El rey león cada vez era más tirano y cruel. Pero no había en la selva animal capaz de imponerse a su poder. Su fama se había extendido a todo el mundo animal. Pero nadie tenía valor para ir a derrocar al tirano.
Pero todo cambió el día que un nuevo animal llegó a la selva. Se trataba de un majestuoso y elegante tigre que había huido de un zoo y que no había oído nada de lo que pasaba en esa selva.
Cuando el tigre llegó fue a ver al rey león a presentarse y a contarle su historia para pedirle asilo. El rey león, al verlo tan majestuoso y joven, pensó que sería un buen aliado para seguir sometiendo a sus súbditos.
El tigre aceptó el trabajo. Pero cuando vio la tiranía y la crueldad con la que el rey trataba a los animales decidió que no iba a seguir así.
-No me he escapado del zoo para esto -pensó el tigre-. No dejé de ser preso para convertirme en carcelero. Tengo que ayudar a estos pobres animales.
El tigre, aprovechando su puesto de poder, reunió a algunos animales para derrocar al rey león.
Entre todos consiguieron sacarlo del trono y meterlo en las mazmorras que había creado para los demás.
-Ahora tú serás nuestro rey -le dijeron los animales.
El tigre se sintió muy honrado de que esos animales le concedieran ese honor, que aceptó sin dudarlo.
P
ero con el tiempo, el rey tigre empezó a exigir cada vez más a sus súbditos y a ser más tirano y cruel.
Los animales de la selva no estaban dispuestos a pasar por lo mismo otra vez y se reunieron para sacar al rey tigre del trono.
-No cometeremos el mismo error esta vez -dijo el orangután que había liderado el ataque-. A partir de ahora, elegiremos a nuestro líder una vez al año, y ninguno podrá repetir.
El rey tigre fue el último rey tirano de esa selva. Desde entonces no volvió a haber ningún abusón gobernando la selva. Y si a alguno se le ocurría pasarse de la raya había siempre alguien valiente dispuesto a sacarlo de allí.