El vendedor de máscaras
Síguenos en:

El vendedor de máscaras

Edades:
A partir de 4 años
El vendedor de máscaras Roby era un niño muy inseguro que necesitaba agradarle a los demás para sentirse bien. El mayor miedo de Roby era que en los grupos que frecuentaba lo rechazaran.

El niño hacia muchas actividades, además de ir al colegio. Roby recibía clases de piano, practicaba kárate y estudiaba francés en un instituto. Así que en cada uno de esos ambientes, más el colegio y su vecindario, tenía un grupo de amigos.

El pequeño Roby se esforzaba por pertenecer a cada grupo y modificaba su forma de ser para cada ocasión. Eso lo reconfortaba y lo hacía sentir seguro siendo aceptado por los otros niños de cada uno de los grupos.

Pero Roby sentía que algo faltaba. Pensando y pensando se le ocurrió una idea. Se compraría una máscara para parecerse más a los grupos que frecuentaba.

Así que Roby acudió a la tienda de máscaras y compró una para probar su plan. La primera que compró fue una máscara de karateca.

El plan dio resultado y en su clase de kárate Roby se sintió mucho mejor. Con la máscara Roby sintió que los otros niños lo aceptaban más, y él se desenvolvió con mucha más confianza.

Por eso decidió comprar muchas otras máscaras para sus otros ambientes. Roby compró entonces una máscara de estudiante, otra de pianista, otra de francés y hasta compró una máscara de hijo, de hermano y de vecino.

No pasó mucho tiempo hasta que a Roby se le hizo complicado cambiarse de máscara para adaptarse al lugar donde estaba. Por eso decidió colgarse todas las máscaras del cuello para poder rápidamente colocarse la que correspondía según la ocasión.

Al principio la idea fue muy buena, pero nuevamente los problemas no tardaron en aparecer. El peso de las máscaras hacía que el cuello de Roby le doliera mucho y además le costaba moverse y caminar.

Lo mejor que se le ocurrió a Roby es acudir a la tienda de máscaras para ver si conseguía algunas de material más liviano.

-Buenos días, señor, vengo a cambiar estas máscaras que le compre por otras que sean menos pesadas- dijo el niño al vendedor de máscaras.

-Niño, estas son las únicas que tengo. No se fabrican en otro material- respondió el hombre.

La expresión de Roby se tiñó de tristeza.

-¿Pero por qué llevas todas las máscaras al cuello? ¿Eres actor? Si es así, solo colócate la que necesitas para tu obra y guarda el resto- exclamó el hombre.

-No, no soy actor. Y necesito tener las máscaras todo el tiempo conmigo, porque es la manera de que mis compañeros y amigos me acepten.

-¿Cómo es eso?- pregunto el vendedor de máscaras.

-Bien, yo compré una máscara de karateca, otra de pianista y todas las que tú me vendiste. Me pongo una para ir con cada grupo de niños diferente y así me va mucho mejor… Pero ahora, me está doliendo mucho el cuello.

-Niño, la mejor forma de que tus colegas y amigos te acepten es siendo tú mismo. Con las máscaras solo te haces daño, si no mira tu cuello. Además, no te conocen realmente si siempre apareces enmascarado.

-No lo sé, no creo que sea así- dijo Roby.

-El vendedor de máscarasHaz la prueba entonces- dijo el vendedor-. Deja todas esas máscaras y sé tu mismo con los otros niños. Si no te da resultado te daré todas las otras máscaras que necesites gratis.

Al escuchar eso, Roby aceptó.

-De acuerdo, así lo haré- respondió el pequeño mientras salía de la tienda de máscaras.

Roby dejó todas sus máscaras en su casa, y comenzó a asistir a todos sus grupos. Su intención era demostrarle al vendedor de máscaras lo equivocado que estaba y así conseguir mascaras gratis para siempre.

Pero Roby terminó por sorprenderse con lo que sucedió. A medida que el tiempo pasaba y los otros niños conocían cómo era el verdadero Roby, más a gusto se sentían con él. Los niños veían a Roby como un niño muy divertido e inteligente. Lo invitaban siempre a sus juegos e incluso muchas veces le pedían consejos.

De esa manera, Roby entendió que el vendedor estaba en lo cierto, no había nada más cómodo y efectivo para conseguir verdaderos amigos que ser uno mismo. El niño nunca más regreso a la tienda de máscaras.
Puntuación media: 8,5 (245 votos)
Tu puntuación:
Cuentos con valores similares