María tenía un gato que se llamaba Lucas. Nunca dormía en su cama, sino que prefería hacerlo en un cojín junto al radiador. Lucas era un animal muy curioso y no tenía miedo a casi nada. Solo un poco al aspirador. Cuando olía, oía o veía algo nuevo, acudía sigiloso a olfatear, escuchar y observar. En cambio a su dueña no le gustaban las cosas nuevas, porque le daban miedo.
En otoño comenzó en un nuevo colegio y no paraba de quejarse. Protestaba por el uniforme, por los menús del comedor, por las actividades extraescolares, por las temáticas que se elegían en Carnaval…. Tampoco le gustaba nada cuando le
tocaba leer en alto delante de toda su clase. Se ponía tan nerviosa que comenzaba a tartamudear.
María le contaba a su gato todas esas cosas y él se dejaba acariciar con paciencia. Sin embargo, para sus adentros pensaba lo que le gustaría a él poder ir al colegio, hacer amigos y aprender cosas nuevas cada día.
– Tú protestas pero yo tengo que quedarme en casa cada día. ¡Con lo que me gustaría a mi aprender a leer!- le dijo un día a María, armándose de valor.
Para ella, sin embargo, era todo lo contrario:
– ¡Qué suerte tienes Lucas! Tú puedes estar aquí todo el día tumbado a la bartola… ¡Si yo fuera un gato sería muy feliz!
Esa noche pasó un cometa y les concedió ese deseo. Durante una semana Lucas fue una persona y María un gato. La niña le dijo a su mascota que tendría que ir al colegio y hacerse pasar por ella, dentro de su propio cuerpo. Ella haría lo mismo y se quedaría en casa haciendo todo lo necesario para que su familia creyese que se trataba de un gato y no de un humano.
Lucas, en
el colegio, vio con sus propios ojos todo lo que María le había dicho. La pista de baloncesto, los libros, los compañeros…. Fueron pasando los días y María se dio cuenta de que en casa se aburría y echaba de menos su vida anterior. Habló con Lucas y acordaron recuperar sus papeles. El gato aceptó encantado, porque en realidad su intención desde el principio había sido hacer entender a la niña que no podía quejarse tanto porque era muy afortunada al poder ir al cole y jugar, algo que
muchos niños en muchas partes del mundo no podían hacer.