Corría el año 1953. El ingeniero del Ejército del Aire español Manuel Jalón es enviado a Estados Unidos para aprender más sobre unos aviones muy potentes, los F-86 Sabre, que el ejército español había comprado a los estadounidenses.
Cuando Manuel Jalón llegó a la base de Chanute en Illinois se quedó observando. Había muchas cosas sorprendentes en aquel lugar extranjero. Una de las cosas que más le llamó la atención fue ver a unos operarios fregando los hangares.
-¡Qué curiosa forma de fregar, de pie y con esas telas atadas a un palo! -pensó Manuel Jalón, que se había pasado la vida viendo a las mujeres de su casa arrodilladas con una bayeta y un cubo con agua con lejía limpiando el suelo.
Y es que, por aquel entonces en la mayoría de lugares, eran las mujeres las encargadas de las tareas de limpieza. Solo los militares y los monjes tenían que repartirse esas tareas, al no haber mujeres con ellos.
Pensando en eso estaba Manuel Jalón cuando le reclamaron para atender alguno de los asuntos que le habían llevado hasta Illinois. Y no volvió a pensar en ello.
Tiempo después, ya de vuelta en España, Manuel Jalón salió a tomar algo con sus amigos.
-¿Qué tal por las Américas, Manolito? -le dijo uno de sus amigos.
-Ya ves, mucho americano -respondió Manuel Jalón-. Estoy pensando en diseñar nuevas piezas para sus aviones. Creo que será un buen negocio.
-No sé yo, Manuel, lo veo arriesgado -le dijo su amigo-. Yo que tú no me complicaría la vida fabricando piezas para el Ejército. Seguro que tendrás muchos problemas y, además, un solo cliente. Fabrica algo para que las mujeres frieguen de pie. Venderás mucho”.
Manuel Jalón rió la gracia machista de su amigo. Pero como entonces eso era lo normal a nadie le pareció mal.
T
ras divertirse un rato volvió para casa. Se pasó la noche dándole vueltas a lo que le había dicho sobre fregar de pie y sin poder quitarse de la cabeza aquella imagen que tanto le había impactado cuando vio fregar a los operarios en Illinois.
Después de pensarlo mucho Manuel Jalón patentó el lavasuelos, allá por el año 1957. No fue hasta 1964 cuando el lavasuelos pasó a denominarse fregona, que es el término con el que lo conocemos hoy.
Aunque en la actualidad lo de fregar ya no es cosa solo de mujeres, gracias a la fregona mejoró la calidad de vida de quienes por entonces se dejaban las rodillas y la espalda limpiando suelos.