La agenda que quería ser un libro
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La agenda que quería ser un libro

Edades:
A partir de 4 años
La agenda que quería ser un libro En la estantería de la nueva biblioteca del colegio había una revolución. Era una biblioteca pequeña, pues era un colegio pequeño de una ciudad pequeña, y por ello tenían una sala con varias estanterías juntas, unas cuantas mesas con unos magníficos ordenadores eso sí y una mesa de madera con todos los útiles que necesitaría Teresita la bibliotecaria, nada más.
¿Qué tipo de libros había en esas estanterías? Pues una mezcla de todo: libros de grandes aventuras, libros clásicos de los de siempre, libros de misterio, de miedo, de fantasía, de amor y libros de grandes amigos. También libros diferentes como las guías de viaje, agendas, libros para ayudar a la gente…
Entre esos libros considerados diferentes había una agenda de tapas azules, con números de tinta dorada que todos los días se situaba detrás de otros libros de los diferentes, porque no quería estar allí. Se sentía desgraciada y se comparaba todos los días con los libros, sus compañeros de las estanterías de enfrente. Para esta agenda los libros eran seres especiales que contaban cosas interesantes y podía ser releídos una y otra vez. Ella como agenda solo podía ser utilizada una vez, no traía nada interesante y la mayoría de la gente las usaba como agobio por escribir obligaciones.
Los libros se revolucionaban cada vez que un niño entraba en la sala, porque querían tener un viaje de lectura y ser el escogido. Daban saltitos pequeños en las estanterías, colocaban sus lomos y sus tapas de la forma más recta posible y se soplaban a sí mismos por si había caído en ellos una motita de polvo.
Un día una niña entró de la mano de su tutor y le dijo: Jorge no quiero llevarme un libro. Si voy a tener que dejar el cole para estar esos días en el hospital prefiero llevarme otra cosa que pueda utilizar.
- ¿Otra cosa? Aquí solo hay libros Carmen, lo siento.
- No, yo he visto cuando vinimos el primer día de la inauguración que hay también agendas y hay una muy bonita.
- Ah sí, no me había dado cuenta. Pues vamos a por ella.
Carmen dio unos pasos hacía las estanterías de los libros diferentes y nuestra agenda de tapas azules estaba muy nerviosa ¿Sería ella la escogida? Y así fue, Carmen se acercó y la cogió y le dijo a su profesor:

La agenda que quería ser un libro- Me encantan las agendas porque puedo apuntar las cosas buenas del día que me pasan, los objetivos que quiero conseguir, y las buenas notas del cole. Además, si ahora me van a operar quiero poder anotar todo lo que siento en algún sitio y que pasen los días rápido.
La agenda abrió sus oídos y quedó muy sorprendida al escuchar todo eso, no sabía que las agendas podían ser tan valiosas. Quizá ella se había equivocado queriendo ser siempre un libro. Ese día se fue con Carmen y fue feliz, se sintió útil y ya nunca más ninguna agenda de la biblioteca del colegio quiso ser un libro.
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