La estrella de hielo
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La estrella de hielo

Edades:
A partir de 6 años
La estrella de hielo Para Lolo esa Navidad estaba siendo algo triste. Se sentía bastante solo porque, por temas de trabajo de sus padres, ese año no habían podido ir al pueblo como siempre. Allí se reunía con sus primos y amigos y vivían todo tipo de aventuras. Iban a la fuente a observar a los renacuajos, al bosque en busca de piñas para la chimenea o a casa de la tía Julia a tomar chocolate con churros. Pero ese año nada de eso había sido posible. Lolo pensaba que no había nada más triste que pasar una Navidad en la ciudad. Pero, casi sin darse cuenta, acabó por entender que no era para nada así.

Lolo decidió pasar el día de Navidad haciendo esculturas de hielo que pensaba guardar en el congelador para que se conservasen y poder entregarlas como regalos de Reyes. Comenzó a tallar un gran bloque de hielo con la idea de darle forma de estrella. Cuando terminó, espolvoreó por encima un poco de purpurina que le había sobrado de uno de sus últimos trabajos del colegio. Lo que no sabía es que aquella purpurina era mágica. Su madre la había comprado en la tienda del barrio y el dependiente le había dicho que era el último bote que le quedaba, que había aparecido en la trastienda y que no tenía claro de dónde había venido.

Esa noche, con la estrella de hielo guardada en el gran arcón congelador que tenían en el garaje, la magia empezó a fluir sin que Lolo se diese cuenta. Sin saber cómo ni cuándo, la estrella se alzó a lo alto del tejado y se colocó justo al final del tubo de la chimenea. Allí se quedó brillando y poco a poco la noticia empezó a correr por toda la ciudad. Esa misma tarde, decenas de personas se agolpaban a las puertas de casa de Lolo para ver la famosa estrella hecha de hielo pero que, curiosamente, no se derretía a pesar de estar fuera del congelador. Y no solo eso, sino que daba calor y emitía una extraña luz verde.

La estrella de hieloLa noticia de tan extraño suceso llegó incluso al pueblo donde la familia de Lolo pasaba la Navidad. No se lo pensaron dos veces y se plantaron en casa del niño a ver aquella cosa tan extraña. Se dieron cuenta de que no solo el pueblo podía ser escenario de apasionantes aventuras y sucesos. Que, echándole un poco de imaginación, una ciudad en apariencia aburrida podía convertirse en algo maravilloso.
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