Había una vez un pajarito que vivía feliz en su nido con su papá y mamá. Allí comía, dormía y jugaba. Sus papás se ocupaban de todo, así que Pajarito solo tenía que disfrutar con ellos.
Un día, el papá de Pajarito le dijo que era hora de aprender a volar, como hacían los mayores. Con su ayuda y con la de su mamá, Pajarito comenzó el aprendizaje. Al principio no fue fácil y se llevó algún que otro coscorrón. Pero poco a poco Pajarito logró abrir las alas y volar.
La mamá de Pajarito le enseñó a su hijo a encontrar comida y a prepararla para comer. A Pajarito le divertía muchos buscar semillas y cazar lombrices.
Los papás de Pajarito también le enseñaron a construir nidos y a repararlos tras las tormentas. Lo de las construcciones era muy divertido para Pajarito. Ahora que sabía volar, iría buscar ramitas y otros elementos que le permitieran entrenar sus nuevas habilidades.
Los papás de Pajarito también le enseñaron a esconderse de los animales grandes que podían hacerle daño, buscar el mejor sitio en los árboles para posarse y hacer nidos.
Un día hubo una gran tormenta que pilló solo a Pajarito en el nido.
-Tengo que esconderme -pensó Pajarito-. La tormenta arrancará el nido de aquí y me llevará con él.
Pajarito buscó un lugar seguro en el hueco de un árbol, tal y como sus papás le habían explicado.
Cuando cesó la tormenta, Pajarito salió de su escondite para volver a su nido. Pero el nido ya no estaba.
-Esperaré a mis papás -pensó Pajarito-. Ellos harán un nido nuevo.
Pero los papás de Pajarito no regresaban.
-¿Se habrán perdido con la tormenta? -pensó Pajarito, al que ya le sonaban las tripas de hambre-. Esperaré aquí, que tengo mucho miedo de ir solo.
Se hacía de noche y Pajarito seguía esperando.
-Voy a comer algo -pensó Pajarito-. Mi mamá me enseñó cómo hacerlo. Seguro que podré hacerlo solo.
Después de darse un buen festín, Pajarito volvió al hueco del árbol donde se había escondido para la tormenta. Pero ya no era un lugar seguro. Menos mal que se dio cuenta a tiempo y huyó en busca de una rama alta y escondida en la que dormir.
A la mañana siguiente, Pajarito decidió construir su propio nido en el lugar donde estaba el otro. Así su papás podrían encontrarlo cuando volvieran.
Con mucho trabajo, Pajarito logró construir su propio nido. No era tan acogedor como el que habían hecho sus papás, pero no estaba mal para ser el primero.
Semanas después los papás de Pajarito volvieron.
-¡Vaya, hijo, parece que has sabido valerte por ti mismo! -dijo su papá.
-Me enseñasteis bien -dijo Pajarito.
-Tu nuevo nido es muy bonito -dijo su mamá-. Nosotros nos construiremos uno aquí cerca.
-¿No os quedáis conmigo? -preguntó Pajarito, un poco triste.
-Has demostrado que puedes valerte por ti mismo -dijo su papá-. Es hora de que empieces a pensar en vivir tu vida y en formar una familia.
-Pero ya tengo una familia. Os tengo a vosotros -replicó Pajarito.
-Estaremos cerca para apoyarte, pero ya eres mayor y tienes que empezar a comportarte como tal -dijo su mamá.
Y así fue como Pajarito empezó a vivir la vida por su cuenta. Y como sus papás le habían enseñado bien, fue muy feliz junto con una pajarita de la que se enamoró, con la que tuvo muchos pajaritos.