La misteriosa desaparición de las canicas de Nico
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La misteriosa desaparición de las canicas de Nico

La misteriosa desaparición de las canicas de Nico Nico está llorando. No sabe dónde ha metido las canicas. Su abuelo le ha comprado una bolsa enorme de bolas de colores. Nico las ha metido en la mochila, pero cuando llega al cole las canicas ya no están.

La maestra está preocupada. Las canicas son peligrosas. Te puedes caer si las pisas, porque son redondas y te hacen resbalar.

Pero no hay ni rastro de las canicas por el aula. Entonces, la maestra se teme lo peor.

-Nico, ¿no te habrás comido las canicas? -pregunta.

Las canicas tienen colores brillantes, como los caramelos y las gominolas. Pero no se pueden comer. Si se comen, los niños se ponen muy malitos. Tampoco se les pueden dar a los animales, porque se pueden poner muy malitos también.

-No, yo no -dijo Nico, muy bajito. Pero la maestra no está segura de que esté diciendo la verdad. Porque habla escondiéndose, y eso no suele ser bueno.

-¿Seguro? -preguntó la maestra-. ¿Te duele la barriga, o la garganta?

Nico mueve la cabeza para decir que no. Pero la maestra está asustada.

-Voy a llamar a tu mamá -dice la maestra.

-No, no -dice Nico-. Me reñirá por traer las canicas.

-Pues que te riña -dice la maestra-. Esto puede ser muy serio.

La maestra llama a la mamá de Nico.

-La misteriosa desaparición de las canicas de NicoTranquila -le dice la mamá a la maestra-. Vi las canicas en la mochila y las saqué. Siento el malentendido. ¡Menudo susto! Pero la bolsa estaba cerrada. Nico no podía abrirla.

-Menos mal -dice la maestra-. Todo aclarado. Ahora se lo explico todo.

Cuando Nico llegó a casa tuvo una charla con su madre. Y con el abuelo, por comprarle algo tan peligroso como unas canicas.

Con todo aclarado, Nico jugó con su abuelo y con la bolsa de canicas sin abrir y prometió no volver a meter nada en la mochila sin permiso.
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