Llegó la noche al bosque y la luna lunera salió en el cielo. Las estrellas brillantes, brillantitas, ya se encontraban formando su maravilloso techo. El brujo Kri salía de su cueva dispuesto a preparar su conjuro de invierno.
Para qué tiene que hacer ese conjuro. os preguntareis. Pues para hacerse un brujo fuerte.
La receta era la siguiente:
- Un puñado de polvos mentirosos.
- Dos uñas de dragón.
- Lágrimas de brujas en noche de verano.
- Musgo de lago romano
- Ala de hada
-Lágrimas de niño
-Aghhhhhh, no puede ser. ¡Qué fastidio! Me faltan las lágrimas de niño -dijo el brujo Kri-. Tengo el frasco vacío. Ahora tendré que ir al mundo de los humanos a por ellas.
El brujo Kri preparó su capa gris y su sombrero naranja y decidió que iría a la ciudad, donde los niños lloran más, a por alguna lágrima.
Cuando llegó a la ciudad, el brujo Kri se sorprendió de que apenas era capaz de ver la luna lunera y las estrellas habían desaparecido por una espesa niebla blanca.
¡Qué mal viven estos ciudadanos! ¿Por qué no visitarán más el campo? -pensó el brujo Kri.
Se hizo de día y el brujo Kri recorrió parques y parques y no encontraba niños ¿Qué ocurría? ¿Dónde estaban los niños?
Decidió que haría su pócima para ser invisible y que entraría en alguna casa. Escogió una al azar y acertó, había dos niños en aquel hogar, una niña de 4 años y un niño de 8. Los niños pasaron la tarde haciendo deberes y en una de estas el mayor empezó a llorar desesperado porque estaba cansado y no sabía cómo hacer esos problemas de mates. El brujo Krin se apoyó en su hombro y cogió un par de lágrimas.
Voló y voló y llegó a su cueva nuevamente. Quería hacer rápido su pócima. Mezcló bien todo en su pila de piedra y cuando se lo fue a tomar notó que no se sentía más fuerte. En realidad no sentía nada. Estaba desesperado. Se iba a acabar el invierno y no había forma de lograr hacer su pócima para protegerse todo el año.
E
l brujo Kran pasó por allí y decidió ayudar a su vecino Krin.
-¿Sabes lo que pasa Krin? Que esa fórmula ya está caducada -dijo el brujo Kran-. ¿Quieres que te diga el verdadero secreto para hacerse fuerte?
-Síiiiii claro -exclamó el brujo Kri-. Dime el nuevo secreto. Hace años que no consigo ser fuerte del todo.
-Shhh, tienes que coger las sonrisas de los niños, en vez de sus lágrimas. Sonrisas de niño. Eso es lo que de verdad te hará fuerte. No hay mayor fortaleza que el ímpetu que ponen los niños cuando se ríen a carcajadas.
Kri entendió que se había equivocado y, desde entonces, cambia sus ingrendientes haciendo una pócima más féliz.