Carlos era un verdadero apasionado de la naturaleza. No solo le encantaba pasear y descubrir parajes nuevos, sino que en cada escapada intentaba empaparse de todo. Tomaba notas, hacía dibujos, fotografías…. Un día se le ocurrió que también podría captar los sonidos y grabarlos. Así que ese año en su cumpleaños pidió una grabadora como regalo. Su primo mayor le enseñó a manejarla. Solo le hicieron falta un par de días para descubrir todos los entresijos de aquel aparato. Así que, cuando se dispuso a preparar la mochila para la siguiente excursión, lo primero que metió fue la grabadora y un par de pilas de repuesto.
Empezó por grabar el sonido del arroyo. Le encantaba oír el agua brotar y chocar contra las rocas. Tuvo mucha suerte y hasta pudo grabar el sonido de un pez chapoteando y el croar de una pareja de ranas. Después fue a grabar otro de los sonidos que más le atraían siempre que iba de excursión: los cencerros de las vacas. Carlos sabía que para muchas personas no tenía ningún interés, pero para él era algo hipnótico.
De repente se puso a granizar y todos los compañeros de Carlos corrieron a resguardarse en un cobertizo cercano. Él sin embargo aprovechó para captar con su grabadora el sonido de las piedras de granizo caer sobre el camino. Cuando paró de granizar, el grupo se dirigió a una playa cercana para comer los bocadillos que llevaban. Carlos dió buena cuenta del suyo pero prefirió no tomar postre para poder recorrer la orilla en busca de sonidos. Grabó cómo un cangrejo chasqueaba sus pinzas, el ruido de las olas del mar rompiendo contra las rocas y a un grupo de gaviotas.
Nada más llegar a casa, lo primero que hizo fue volcar todo lo grabado al ordenador para asegurarse de no perderlo. Se dió cuenta de que el sonido que más le gustaba era el de las gaviotas. Por eso decidió que, desde ese momento, se dedicaría a grabar solo aves. Aves urbanas, de la costa, del bosque….. Cuando tuvo varias horas de grabación se dio cuenta de que le resultaba imposible distinguir de qué especie se trataba.
-Yo tengo un amigo que es ornitólogo, te podría ayudar- le dijo su padre.
-¿Qué es un ornitólogo?- preguntó desconcertado Carlos.
Su padre le explicó que la ornitología es la rama de la zoología que se dedica al estudio de las aves. Entusiasmado, Carlos comprobó cómo aquel hombre era capaz de distinguir en unos solos segundos de qué ave se trataba. De este modo, Carlos descubrió lo que sería su futura profesión y la verdad es que no podría haber hecho mejor elección.