A bordo del barco capitaneado por el pirata Barbaespesa viaja Toni, un joven grumete que el capitán había reclutado meses atrás. Toni era un muchacho que se colaba de polizón en los barcos para ir de puerto en puerto buscando a sus padres.
El día que el capitán Barbaespesa lo encontró escondido en la bodega, comiéndose las provisiones de la tripulación, se enfadó mucho. Pero cuando Toni le contó su historia decidió ayudarle.
-Yo te llevaré por todo el mundo para que busques a tus padres -le había dicho el pirata-. A cambio, serás mi grumete. Trabajarás y te ganarás el pan que ahora robas.
Toni se había sentido muy agradecido y, desde entonces, trabajaba duro. El trabajo era agotador, no cabía duda, pero al menos no tenía que robar y estaba mucho más seguro.
Cada vez que llegaban a un puerto, el capitán Barbaespesa mandaba a Toni a por provisiones. El muchacho aprovechaba para indagar sobre sus padres.
-Haz tu tarea y, cuando acabes, busca a tus padres -le decía siempre el capitán-. Pero no olvides estar aquí antes del amanecer. Si no estás zarparemos sin ti.
El niño apuraba el tiempo todo lo que podía, pero siempre llegaba puntual.
-Cualquier día te quedas en tierra, chaval -le decía el capitán Barbaespesa siempre que lo veía llegar tan tarde.
Pasaron los meses sin que Toni consiguiera noticias de sus padres. Y con el tiempo se fue olvidando de su cometido, y a lo que se dedicaba era a divertirse con la gente que encontraba. Hasta que se olvidó definitivamente de buscar a sus padres. Pero él seguía llegando justo antes de que zarpara el barco, porque se dedicaba a pasarlo en grande hasta el amanecer. Hasta que un día se quedó dormido. Y cuando abrió los ojos ya había amanecido.
-¡Oh, no! -exclamó Toni-. ¡Me he quedado dormido! ¡El barco!
Toni salió corriendo al puerto, pero no había ni rastro del barco pirata. Toni se quedó muy triste, apoyado contra un barril.
-Ahora que había encontrado una familia la he perdido por irresponsable -se lamentaba el muchacho.
Pero cuando levantó los ojos puedo ver el barco pirata, que volvía al puerto. Toni se lanzó al agua y fue nadando hasta el barco, pues no sabía si le había visto o no y no quería quedarse en tierra. Cuando estuvo arriba, el grumete Toni se tiró en brazos del capitán Barbaespesa.
-Me has dado un susto de muerte, chaval -le dijo el capitán al grumete-. Creí que habías subido, como siempre, pero cuando ví que no estabas....
-Lo siento, capitán -le interrumpió el muchacho-. Me quedé dormido.
-¿Tan dura fue la búsqueda anoche? -preguntó el capitán.
El grumete Toni pensó decirle que sí, que había encontrado la primera pista en mucho tiempo y que seguirla le había agotado, pero se lo pensó mejor y dijo la verdad.
-¿Así que a lo que te dedicas es a ir de fiesta? -dijo el capitán-. Vaya, vaya, eso sí que es una sorpresa. Tendría que tirarte por la borda. Pero por tu sinceridad te perdono. Espero que no vuelvas a fallarme.
-Gracias, capitán -dijo el grumete.
Esa fue la primera y la última vez que Toni llegó tarde. Aún sigue buscando a sus padres, pero nunca más volvió a fallar a la nueva familia que le había acogido y que tanto le había ayudado.