Había una vez un reino lejano en el que las frutas crecían en todos los jardines. Todas las casas estaban decoradas con cestas de frutas y en todas había árboles frutales plantados en macetas.
Pero los niños de este reino no querían comer fruta. Sus padres, que no sabían qué hacer, llamaron a las hadas de las frutas para que lo intentaran solucionar.
Las hadas descubrieron que una bruja malvada había hecho creer a los niños que las frutas eran venenosas y, por eso, los niños no querían probar la fruta.
Hada Sandía le dijo a sus hermanas hadas:
- Queridas, tenemos una misión que cumplir. Tenemos que demostrar a los niños que la fruta es buena.
Hada Manzana respondió:
- ¿Cómo lo vamos a hacer? Esa bruja les ha convencido de que lo que deben hacer es comer chucherías.
Hada Uva tuvo una idea:
- ¡Ya sé! Podemos preparar postres y dulces con fruta de forma que no sepan qué es lo que llevan. Cuando vean que han comido fruta y no les ha pasado nada seguro se convencen de que estaban equivocados.
Hada Naranja le dijo:
- ¡Es una idea fantástica! Yo prepararé un refresco de zumo de naranja para chuparse los dedos.
Hada Mandarina dijo:
- Yo preparé gajos de mandarina con chocolate.
Hada Fresa se apuntó a la idea del chocolate.
Hada Manzana se ofreció a preparar una tarta y Hada Pera se animó a preparar otra también.
Hada Sandía, Hada Uva y Hada Melón, junto con otras Hadas de diferentes frutas, prepararon helados, sorbetes e incluso gominolas hechas con frutas.
Y cuando todo estuvo listo, hablaron con la reina para organizar una gran fiesta en el palacio real, a la que acudieron todos los niños, pensando que iban a descubrir los dulces secretos de la reina.
Los niños, que no sabían que todo era cosa de las hadas de las frutas, probaron todos los postres y dulces, y estaban encantados.
C
uando la fiesta terminó, la reina se dirigió a los niños:
- ¿Os ha gustado la fiesta?
- ¡Sí, mucho! -contestaron ellos.
- ¿Y os encontráis bien? -preguntó de nuevo la reina.
- ¡Sí, sí! -dijeron los niños
- Y… ¿os gustaría conocer la receta secreta de los dulces de palacio? -preguntó la reina.
- ¡Sí, sí, sí! -gritaron los niños.
La reina los mandó pasar a las cocinas de palacio, donde las hadas de las frutas los estaban esperando con todos los ingredientes de lo que habían comido. Los niños no se podía creer que aquello tan bueno estuviera hecho con fruta de verdad.
Los más pequeños se lanzaron a probar la fruta fresca.
- ¡Qué buena está ! -gritaron.
Y así fue como las hadas de las frutas demostraron a los niños que la fruta no solo es buena, sino que además está deliciosa.