Un día de verano un oso, una cebra y una rana se juntaron en el bosque para merendar y allí empezaron a hablar de cómo sería irse de viaje. Si podrían llegar a viajar a algún otro bosque y cómo harían para comer y hacer amigos nuevos.
El león, que estaba por allí paseando, se acercó a ellos y les dijo que él había viajado desde la selva africana hasta ese bosque y que había sido una experiencia fantástica. Los otros animales se empezaron a animar y decidieron organizar como sería el viaje.
El señor oso contó al resto que a él le haría ilusión viajar en tren, coger su sombrerito azul y montar en el asiento de al lado de la ventanilla para poder ver tranquilamente todo el paisaje mientras el sol se reflejaba en su cara y se sentía feliz porque conocería al llegar un sitio nuevo.
La señora rana escuchaba al osito y pensaba cómo haría ella el viaje y llegó a la conclusión que lo que más le gustaría sería viajar en avión. Ella, que siempre estaba pegando saltos entre la tierra y el agua, no se imaginaba como sería volar y eso le hacía ilusión. Cruzar entre las nubes, flotar aunque fuera dentro de una nave. El trayecto, además, podría ser más corto. Ella no se veía ya haciendo un viaje muy largo en un tren.
La señora cebra, al contrario que ellos, creía que para una vez que iba a viajar quería que el trayecto fuera toda una experiencia y supusiera un esfuerzo. Ella se veía viajando a otro lugar en bicicleta. Además una bicicleta de color rojo como la que veía usar al señor cartero cuando se pasaba por las casas cerca del bosque. Se imaginaba el viento dándole en la cara, haciendo paradas para poder disfrutar de cada pueblito no sólo conocer el nuevo lugar.
El león les habló de su experiencia, él había llegado en camión y había compartido el viaje con más animales, había sido muy divertido pues en la camioneta cada uno contaba historias y se reían unos con otros.
A medida que iban hablando el cielo escondía el sol y dejaba paso para que salieran las estrellas y la luna. Nuestros amigos seguían imaginando imaginando hasta que el señor oso miró para el resto sorprendido:
-Queridas amigas, se nos ha hecho de noche. Creo que ya será tarde para empezar cualquier viaje. He disfrutado de la merienda mucho. Mañana si queréis seguimos organizando nuestra escapada.
La rana, la cebra y el león le dieron la razón y todos se despidieron felizmente. Esa noche cada uno soñó con sus propias vacaciones mientras mostraban al mundo bajo la luz de la luna una enorme sonrisa al sentirse libres.