Laura estaba paseando tranquilamente con su madre. Hacía una tarde templada y soleada, y daba gusto pasear por la calle. Después de un rato, Laura tuvo sed. Así que le pidió a su madre algo de beber:
-Mamá, ¿me compras un refresco? -preguntó la niña.
-Si quieres te puedo comprar un zumo de naranja natural -respondió su mamá.
-¡Vale! -dijo la niña. A Laura le encantaba la fruta.
Laura y su madre se acercaron al puesto a comprar el zumo.
-Solo tengo vasos de cristal -dijo el señor del puesto de zumos-. ¿Lo quieren para llevar o se lo toman aquí?
-Nos lo tomamos aquí, gracias -dijo la mamá de Laura.
-¿Me puede dar una pajita, por favor? -pidió Laura.
-¿Una pajita? Pero ¿no sabes qué día es hoy? -preguntó el señor.
-3 de febrero, lo apuntó la maestra esta mañana en la pizarra -dijo Laura-. ¿Qué tiene eso que ver con la pajita?
-¡Todo! -exclamó el tendero-. Hoy es el Día Internacional Sin Pajita.
-¿Y eso es importante? -preguntó Laura.
-Importantísimo -dijo el señor del puesto.
-¿Por qué? -preguntó Laura, muy intrigada.
-Porque las pajitas son de plástico -dijo el señor.
-Pero son muy pequeñas -dijo la niña-. ¿Qué importa una pequeña e insignificante pajita?
-Es que no es una, sino millones de ellas al cabo del mes en todo el mundo -dijo el señor-. Celebramos este día para concienciar a la gente de los pequeños gestos.
Laura se quedó pensando. Realmente, las pajitas eran muy pequeñas, pero una tras otra hacían un montón de plástico.
-Tiene usted razón -dijo Lara.
-Si quieres te puedo regalar una pajita de acero inoxidable, pero me tienes que prometer que la vas a guardar y la vas usar en lugar de las de plástico -dijo el señor-. Viene con una fundita y todo para llevar en el bolso o en la mochila.
-¡Gracias! -dijo Laura.
E
n realidad el señor del puesto de zumos tenía allí las pajitas para vender, pero vio a Laura tan interesada y tan comprensiva que no pudo por menos que regalárselo.
Laura se acabó el zumo y le devolvió el vaso al señor del puesto. Mientras se lo entregaba le dijo:
-No tiene vasos de plástico por lo mismo, ¿verdad? Para no generar más residuos .
-Exactamente -dijo el señor-. Si todos ponemos nuestro pequeño granito de arena el planeta lo notará.
-¡Y nosotros también! -dijo Laura.
Madre e hija siguieron con su paseo, mientras hablaban de todas las cosas que podían hacer ellas para reducir los plásticos. ¿Y a ti? ¿Qué se te ocurre que puedes hacer?