A Lolo le regalaron para su cumpleaños un equipo de buceo. Estaba tan ansioso por probarlo y descubrir todos los secretos del mar, que no pudo esperar a que llegase el verano y el buen tiempo para ir a la playa. Así que, un día soleado de primavera, él y su padre se fueron a una pequeña playa a las afueras de la ciudad. Probaron a hacer una pequeña inmersión y Lolo quedó maravillado. Pudo ver peces de todos los colores, arrecifes de coral y hasta pequeños cangrejos que vivían bajo el agua.
Tras esa primera experiencia, comieron unos bocatas y se echaron a dormir la siesta. Lolo apenas pudo conciliar el sueño y al poco rato se despertó. Su padre seguía durmiendo y el niño, que sabía que solo no podía ir al agua, decidió dar un paseo por la orilla del mar. Al momento, empezó a oír un lamento lejano. Provenía de detrás de unas rocas así que decidió ir a mirar de qué se trataba. Al llegar al punto exacto, descubrió una bella sirena que lloraba desconsolada.
-¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?- preguntó Lolo preocupado.
-La playa, toda la playa está llena de basura. Latas de refresco, papeles, envoltorios de comida….
La sirena se refería a una playa cercana a la que Lolo no dudó en acompañarla. Al llegar, entendió perfectamente su tristeza. Se ofreció a ayudarla a limpiar y ella emocionada le dijo que, como agradecimiento, le desvelaría lugares mágicos en los que hacer submarinismo y descubrir cosas maravillosas. Ella, al ser una sirena y no tener piernas, no podía caminar por la arena para limpiarla.
Lolo no se lo pensó dos veces y se puso a recoger toda la basura. Le dio mucha pena comprobar cómo la gente trataba tan mal a una playa que a él le gustaba tanto.
-La playa es de todos- decía para sus adentros.
Cuando terminaron, la sirena cumplió su promesa y llevó a Lolo a una zona de la playa hasta ahora desconocida. Allí pudo descubrir todo tipo de seres maravillosos. Estrellas de mar de colores que nunca había visto, cangrejos saltarines y hasta pájaros que piaban melodías maravillosas. Desde ese momento, ese rincón se convirtió en el favorito de Lolo y se propuso mantenerlo limpio. Para ello, enseñó fotos a toda la gente que pudo para que se diesen cuenta de la importancia de proteger esos lugares.