Lorenzo el hipopótamo
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Lorenzo el hipopótamo

Edades:
A partir de 3 años
Lorenzo el hipopótamo Lorenzo vivía junto a una laguna en la sabana. Él era un hipopótamo muy sociable y tenía muchos amigos, tanto hipopótamos como él, como también otros animales.

El hipopótamo era muy bondadoso, solidario y amistoso. Pero a pesar de eso no se sentía muy feliz, Lorenzo siempre veía las cualidades de los demás y sentía que él no tenía ninguna.

Lorenzo veía correr a las gacelas y admiraba su velocidad y agilidad. Él, en cambio, era muy lento y se sentía torpe.

También, veía a los monos treparse a los árboles, cosa que le parecía muy divertida. Pero se sentía mal porque él no podía hacerlo.

Admiraba a los halcones y su manera de volar. Y claramente eso era imposible para él.

Así pasaban los días y Lorenzo a pesar de ser muy querido por todos los animales no estaba conforme. Sentía que no servía para nada.

Pero una tarde sucedió algo diferente. En el árbol que sobresalía por encima de la laguna donde vivía Lorenzo, había unos monos jugando, y a uno de ellos se le cayó al agua una fruta que tenía en sus manos mientras se divertía.

-Hola, Lorenzo, ¿me alcanzas la fruta por favor? Era la última que me quedaba, y yo no sé nadar- exclamó uno de los monitos.

-Sin problema, ahí voy- respondió Lorenzo.

De inmediato el hipopótamo se sumergió en el agua y caminando hábilmente por el fondo de la laguna recogió la fruta y se la alcanzó al monito.

-Muchas gracias- dijo el mono -. ¡Qué bueno que puedas desplazarte por debajo del agua con tanta destreza, es admirable!

-¿De veras?- replicó Lorenzo sorprendido.

-Claro, no todos podemos hacer eso, y parece muy divertido.

-Bueno, a mí me gustaría poder trepar a los árboles como ustedes, o correr como las gacelas... pero nada de eso me es posible.

-Lorenzo, todos tenemos talentos diferentes, a cada cual le toca lo suyo. Tú eres muy hábil en el agua, y ni las gacelas ni yo lo somos-

RLorenzo el hipopótamoápidamente, el monito siguió jugando con sus amigos y dejó a Lorenzo pensando.

Lo que había dicho el monito comenzó a cobrar sentido para Lorenzo. Él se estaba comparando con otros animales y no estaba teniendo en cuenta que todos somos diferentes y cada uno tiene sus propias cualidades.

A partir de ese día el hipopótamo Lorenzo continuó mirando con admiración las habilidades de los otros animales, pero dejó de compararse con ellos.

El hipopótamo también comenzó a pasar más tiempo divirtiéndose en el agua y puliendo sus propias destrezas

Lorenzo se convirtió en un hipopótamo feliz y continuó disfrutando de la vida en la sabana rodeado de sus amigos.
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