Los hermanos “Basurilla”
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Los hermanos “Basurilla”

Edades:
A partir de 4 años
Los hermanos “Basurilla” Había una vez dos hermanos, Marcel y Joan, que nunca colaboraban en casa. No recogían su habitación, no ponían ni quitaban la mesa, dejaban todo de cualquier manera y siempre se hacían los locos cuando sus padres les pedían que fueran a tirar la basura.

—Somos los hermanos “Basurilla” —decían Marcel y Joan entre risas cada vez que sus padres les pedían que hicieran algo para colaborar en casa.

Un día, hartos ya de tanta dejadez, los padres decidieron mudarse al piso de abajo y dejar a los hermanos solos.

Al principio, Marcel y Joan estaban felices. Se acabaron las regañinas. Terminaron las estrategias para hacerse los despistados y escaquearse.

Sus padres les llevaban la comida y les dejaban todo lo que necesitaban en la puerta, pero jamás entraban en la casa. Y así, poco a poco, aquello pasó de ser un hogar a convertirse en una especie de basurero.

Por cualquier parte aparecía ropa sucia, platos sucios, envases vacíos y malolientes, polvo, pelusas y todo tipo de suciedad y desorden. Y la casa olía tan mal que el tufo se podía sentir en las escaleras.

Llegó un momento en el que ni siquiera los hermanos “Basurilla” fueron capaces de aguantar aquel desastre.

Deberías pedirles a papá y a mamá que volvieran —dijo Marcel.

—Mejor nos vamos nosotros con ellos —dijo Joan.

—Eso me gusta más —dijo Marcel.

Pero no funcionó. El piso donde se habían mudado sus padres era un pequeño apartamento con una sola habitación.

—¿Qué hacemos ahora? —preguntó Marcel.

—Tendremos que recoger todo eso —dijo Joan—. Si no, papá y mamá no querrán volver.

Así que a los hermanos “Basurilla” no les quedó otra que ponerse a limpiar y a recoger. Afortunadamente, sus padres les había dejado una buena provisión de bolsa de basura y elementos de limpieza.

Les llevó una semana limpiar, barrer y fregar todo, lavar y recoger la ropa, ordenar la casa y, sobre todo, tirar la basura. Necesitaron nada más y nada menos que cincuenta viajes a los contenedores de basura y de reciclaje.

Cuando por fin terminaron, sonó el timbre.

—¿Quién tiene hambre? —preguntaron papá y mamá a la vez, mientras entraban en casa con una bandeja y un par de cazuelas de las que salía un olor maravilloso.

Los hermanos “Basurilla”—¡Uhm! ¡Huele que alimenta! —exclamaron los muchachos.

—Veo que los hermanos “Basurilla” han pasado la acción ¿eh? —dijo papá.

—Sí, parece que podremos volver a casa —dijo mamá.

—Pero habrá que dejar la de abajo preparada, por si acaso ¿no crees? —dijo papá.

Marcel y Joan no abrieron la boca, porque la tenían ocupada degustando los deliciosos guisos que habían preparado sus padres.

Y ya no fue necesario recordarles nunca más que tenían que colaborar en las tareas de la casa. Y todos los días, aunque haga mal tiempo, ponen en marcha la Operación Basurilla, que no es otra cosa que bajar la basura. A ver, si no, cómo iban ellos a justificar su estupendo apodo.
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