Había una vez un capitán pirata que nunca había celebrado la Navidad. Todos los años la tripulación ansiaba que llegara ese día, pero como a su capitán no le gustaba, no la celebraban.
Pero un año, la tripulación se rebeló y decidió celebrar la Navidad. Lo prepararon todo a escondidas, para que el capitán no sospechara.
-¿Qué vamos a hacer con las cartas a Papá Noel? -preguntó el grumete.
-Tranquilo, las echaremos en el primer puerto al que lleguemos -contestó el cocinero.
-Y ¿qué pasa con la carta del capitán? -preguntó el grumete-. Si no hecha la carta no recibirá ningún regalo.
-La escribiremos en su nombre -dijo el cocinero.
Todo se desarrolló según el plan. Y así llegó la Nochebuena. Los piratas engalanaron el barco con velas, adornos de colores y un gran árbol de Navidad. El cocinero había preparado exquisitos platos navideños, sin olvidar deliciosos dulces que entusiasmaron a todos.
A todos menos al capitán.
-¿Qué es todo esto? -gritó-. ¿Habéis hecho esto a mis espaldas?
-No te enfades, capitán -dijo el cocinero-. Mira qué felices están todos, disfrutando de la fiesta y esperando a Papá Noel.
-Papá Noel no vendrá -dijo el capitán-. ¡Por todos los calamares del mar! ¡Somos piratas! ¡Somos malos! Y Papá Noel no visita a los malos. Además, yo no he escrito ninguna carta.
-Nosotros la hemos escrito por ti -dijo el grumete-. Era una sorpresa.
-Da lo mismo -dijo el capitán-. Papá Noel no vendrá esta noche.
Pero Papá Noel sí fue esa noche. Aunque no llevaba nada. Solo les dejó una carta que decía así:
Queridos piratas:
Me alegro mucho de que hayáis recuperado la ilusión por celebrar la Navidad. Pero tendréis que ser mejores personas si queréis que os traiga regalos. Portaos bien y el año que viene vendré cargado de regalos.
Un abrazo,
Papá Noel.
Cuando el capitán pirata leyó la carta dijo:
-Os lo avisé. Papá Noel no traería nada.
-Sin embargo, ¡ha venido! -dijo el grumete-. Se ha molestado en dejarnos una carta.
-
Y hemos pasado unas semanas maravillosas preparando todo esto con ilusión y alegría -dijo el cocinero-. Y sin hacer fechorías.
-Podríamos intentar llevar una vida más decente, eso es cierto -dijo el capitán-. Supongo que todo el mundo puede cambiar si se lo propone.
-¡Nos lo proponemos! -dijeron los piratas.
-Entonces, que así sea -dijo el capitán-. El año que viene Papá Noel se sentirá orgulloso de nosotros.
-Así se dice, capitán -dijo el grumete.
A partir de entonces, los piratas cambiaron de vida, dejaron se hacer maldades y se convirtieron en personas honradas que hacían cosas buenas por los demás. Desde entonces, Papá Noel les visita todos los años, orgulloso de todas las cosas buenas que estaban haciendo.