Esta es la historia de una olla a presión llamada Ollivia. Ollivia vivÃa en una casa con su familia. Era la mayor de tres hermanas olla. Todos adoraban, porque era una olla a presión muy tranquila y sonriente. Sin embargo, Ollivia no podÃa expresar su enojo y llanto, porque sus padres les han enseñado a sus hermanos y a ella que de ser asà podrÃan crear un desastre.
Antes de salir de casa, la madre de Ollivia siempre el dÃa lo mismo:
—Sabes que somos ollas de presión. Somos sensibles, ya lo sabes, pero los demás nos perciben como peligrosos al mostrar nuestras emociones. Sé una buena olla y no montes un escándalo.
Un dÃa como otro cualquiera Ollivia fue a la escuela. Pero es esa ocasión sus profesores le encargaron muchos deberes. Y le dijeron que eran muy importantes para su calificación final. Además, era obligatorio entregarlos al dÃa siguiente. Esto puso muy nerviosa a Ollivia.
Cuando llegó a su casa, su mamá le pidió que le ayudara con unas tareas de la casa y que cuidara de sus hermanas pequeñas. Aunque Ollivia tenÃa que hacer las tareas no querÃa decepcionar a su mamá, asà que empezó a hacer lo que le pidió.
Pero mientras continuaba haciendo las tareas que le habÃa pedido su madre, Ollivia solo podÃa pensar en sus deberes escolares y cada vez se sentÃa más presionada.
Después de terminar de limpiar, Ollivia se dio cuenta de que ya era de noche. Eso significa que no le darÃa tiempo de hacer todos sus deberes antes de acostarse. Asà que se pasó toda la noche haciendo los trabajos y sin dormir. Hasta que se quedó dormida.
A la mañana siguiente, Ollivia estaba tan cansada y tan dormido que no escuchó la alarma del despertador. Y cuando se despertó era demasiado tarde. Deprisa y corriendo cogió sus cosas y salió corriendo al colegio. Pero estaba lloviendo y se resbaló justo en la puerta del colegio. La caÃda fue tan aparatosa que le salieron los deberes volando.
Ollivia se levantó enseguida para intentar recuperar sus trabajos, pero estos habÃan caÃdo al barro.
Ollivia ya no podÃa más. Se sentÃa a punto de estallar. Intentó contenerse, hasta que no pudo más y dio un grito tan fuerte que rompió los cristales de las ventanas del colegio y de todo el vecindario. Y luego empezó a llorar.
La directora del colegio vio a Ollivia llorar y se acercó a ella. La consoló y, cuando estuvo más tranquila, le preguntó:
—¿Qué te ocurre, pequeña?
Ollivia respondió:
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€” Hoy debÃa entregar algo importante. Pero me quedé dormida haciéndolo, porque tuve que ayudar a mi mamá. Me he quedado dormida y he venido corriendo. Pero me he resbalado y todo se ha estropeado. Estaba tan agobiada que no he podido contener mi frustración, y he explotado.
La directora entendió lo que le pasaba a Ollivia y dijo:
—¿Por qué no le dijiste a tu mamá que tenÃas muchos deberes?
Ollivia respondió:
—Es que ella me necesitaba.
En ese momento llegó la mamá de Ollivia.
—Mi niña, me lo tenÃas que haber dicho —dijo—. PodrÃamos habernos organizado, incluso te podrÃa haber ayudado yo a ti. No debes tener miedo de decirme las cosas, sobre todo si te sientes nerviosa o abrumada por algo.
Ollivia prometió hablar sobre cómo se sentÃa y no volver a guardarse los problemas. Desde entonces está más tranquila y siempre que necesita ayuda, alguien se la presta.