Asier es un niño muy inteligente y creativo, pero también bastante refunfuñón. A Asier le encanta llevar la contraria a todo el mundo y hacer justo lo contrario de lo que le decían. Aunque últimamente se ha moderado bastante, sobre todo después de lo que le pasó una vez que se perdió en el espacio.
Por aquel entonces, Asier vivía con su padre en una estación espacial. Un día, Asier decidió demostrar que era lo suficientemente mayor e inteligente como para salir al exterior con un traje de astronauta y ayudar a los mayores a hacer sus experimentos.
Como no conseguía que le dejaran salir, Asier decidió hacerlo por su cuenta. Pero cuando fue a ponerse su traje, Asier descubrió que este no estaba. Y los demás trajes eran demasiado grandes para él.
Asier sabía que no podría salir al espacio con un traje demasiado grande, porque eso no era seguro, así que buscó el suyo. Durante días, Asier estuvo poniendo patas arriba el módulo donde vivía. Encontró de todo, pero de su traje no había ni rastro.
-Tendré que adaptar un traje grande a mi tamaño -pensó Asier-. Ya verán estos de lo que soy capaz.
Asier, haciendo gala de su gran creatividad y capacidad para resolver problemas, se las ingenió para adaptar el traje a su tamaño. Cuando estuvo listo, Asier ató el cable que mantenía a los astronautas sujetos a la nave, por si acaso se iba muy lejos, se puso la mochila con el oxígeno y los propulsores a la espalda y salió de su módulo.
Cuando lo vieron fuera, los demás astronautas se asustaron muchísimo.
-Vuelve muchacho -le decían por los intercomunicadores.
Pero Asier, al modificar el traje, había anulado los intercomunicadores, y no podía oír ni comunicar nada.
Asier no le dio importancia.
-Vaya, no les oigo. Mejor así. De esta forma no tendré que escuchar cómo me regañan.
Pero lo que los astronautas intentaban decirle a Asier es que se propulsara de nuevo hacia la nave para evitar un pequeño meteorito que venía muy deprisa. Pero como Asier no se enteró no pudo retirarse a tiempo, y el meteorito se llevó por delante el cable que lo unía a la nave.
Al ser cortado, el cable dio un latigazo que lanzó a Asier muy lejos.
Cuando Asier se dio cuenta estaba dando vueltas sobre sí mismo y alejándose cada vez más de la nave se asustó.
-Tengo que mantener la calma -dijo Asier para sí-. Usaré los propulsores para estabilizarme y luego volveré a la nave.
Después de muchos intentos, Asier consiguió dejar de dar vueltas. Pero cuando se estabilizó la nave había desaparecido de su vista.
-¡Oh, no! ¿Qué voy a hacer ahora?
Asier tenía mucho miedo. Decidió dejarse llevar por su instinto. Pero cuando intentó encender los propulsores estos no funcionaban. ¡Se habían quedado sin energía!
Asier se puso a llorar. Y así se pasó mucho tiempo, no sabe cuánto, hasta que alguien lo cogió por detrás.
-¡Papá! Me has encontrado.
El padre de Asier lo enganchó con un cable a su traje y se lo llevó de vuelta.
-Espero que hayas aprendido la lección, hijo -le dijo su padre cuando entraron en el módulo.
-Sí, papá. Hay que hacer pis antes de salir de excursión al espacio -respondió Asier.
-¡Asier….! -dijo su padre.
-Es broma, papi. Es que llevo tanto tiempo fuera que solo puedo pensar en vaciar la vejiga.