A Alberto le daba mucho miedo quedarse solo en casa, pero sabía que ya tenía nueve años y que muchas veces sus padres tenían que salir a hacer sus obligaciones y alguna tarde le dejaban una hora solo en casa.
Nada más que oía que se cerraba la puerta, Alberto corría a esconderse en su habitación. Oía un montón de ruidos. El sonido del ascensor le parecía que era como si despegará un avión a su lado.El sonido de la lluvia en los cristales le hacía sentir como si estuviera en un barco en alta mar.
Papá le dejaba un bocadillo para merendar, pero era incapaz de comer. No se lo había contado a nadie porque no quería que sus vecinos se burlaran de él ni que sus padres se preocuparan.
Un buen día que Alberto se volvió a quedar solo estaba en su habitación con los ojos cerrados contando cosas cuando su padre entró y, al no oír nada, se acercó sigiloso a la habitación para escuchar. Como ya se temió lo que estaba pasando, el padre se puso a hablar en la puerta poniendo una voz que no era la suya:
-Hola Alberto, ¿cómo estas? -dijo el papá con voz ronca.
Alberto dio un respingo. Había aparecido alguien ¡Qué miedo!
-¿Quién eres? ¿Cómo sabes que me llamo Alberto?
-Porqué te he seguido durante mucho tiempoooo.
-¿Y qué me va a pasar?
-Nada Alberto. Si te quedas en casa es porque tu papá y tu mamá confían en ti. Tienes que empezar a pensar que teniendo cuidado con las cosas peligrosas que tus padres te indican, que son pocas. Lo demás, es todo miedo. Y el miedo, cuanto más pienses en él, más crece. Se hace una bola y ya parece que todo puede ocurrir.
-Jooo, es que a veces me parece que se me va a caer la casa encima, que van a venir fantasmas, que va a entrar agua en casa.
-¿Por qué no le cuentas que tienes miedo a tus padres? -dijo el padre con cierta tristeza
-Porque no quiero que se preocupen.
E
l padre no pudo más y abrió la puerta, Alberto se puso rojo y avergonzado.
-Oh papá eres tú, lo siento, siento no haberte dicho antes lo que me pasa.
-No te preocupes hijo. Vamos a hacer una cosa. Mamá y yo vamos a intentar turnarnos y que quedes solo en casa poco tiempo e ir dejándote solo cada vez más. Así con nuestro apoyo vas a dejar de tener miedo.
Y así fue, los primeros días Alberto se quedaba solo sabiendo que no serían más de 15 minutos, merendaba, encendía la tele, veía que no pasaba nada y al poco llegaba papá, y así hasta que empezó a estar contento en casa y así poder quedarse solo una hora sin miedos.