Un ladrón en el colegio
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Un ladrón en el colegio

Edades:
A partir de 6 años
Un ladrón en el colegio El curso había empezado fenomenal en el colegio de Villalegría. En realidad, eso no era nada nuevo, porque en Villalegría todo era maravilloso. Toda la gente se llevaba bien, había trabajado para todos y, cuando alguien necesitaba algo, siempre había un vecino dispuesto a ayudar.

El curso había empezado fenomenal, pero tardó poco en torcerse. Porque, por primera vez en la historia del colegio, por primera vez en la historia de Villalegría, un ladrón estropeó la historia.

—¡Me han desaparecido los bolígrafos!

—¡Yo no tengo las pinturas!

—¡A mí me faltan los cuadernos!

Este tipo de cosas empezaron a oírse en el colegio. Pero ni el equipo directivo ni el profesorado hizo mucho caso.

—Serán bromas de principio de curso —decían unos

—Se lo habrán dejado sin darse cuenta en casa o en algún sitio —decían otros.

Hasta que un día…

—¡Han desaparecido los bollos de la sala de profesores!

—¡No están las tazas del café de la sala de profesores!

El director reunió a todos los profesores y les dijo:

—Parece que tenemos un ladrón. Hay que hacer algo.

Lo que no tenían muy claro era qué hacer, porque nunca había pasado nada así.

—Preguntemos a los alumnos, a ver si tienen alguna idea —dijo el director.

Pero claro, preguntar eso a los alumnos no sirvió de nada, porque el ladrón estaba entre ellos y ya estaba prevenido.

—Tengo una idea —dijo una de las maestras—. Pero no os la contaré, por si acaso.

La maestra reclutó a un grupo seleccionado de todos los cursos y les contó su plan.

—Solo tenéis que llevar esta bolsita en la mochila y dejarla a la vista, para que al ladrón le resulte fácil cogerlo —dijo la maestra—. No se lo contéis a nadie y confiad en mí. Nos vemos aquí en tres días a la hora del recreo.

El grupo de alumnos hizo lo que les pidió la profesora. Cuando se volvieron a reunir, ninguno conservaba la bolsa. A todos se la habían robado.

—Volved a vuestras clases y estad atentos —dijo la maestra—. Si oís una rana, encontraréis al ladrón.

Estaban ya todos en clase cuando, de repente, en una de las aulas…

—Croac, croac.

—¿Qué es eso? —preguntó el profesor.

La única alumna que sabía lo que pasaba dijo:

—Parece un coro de ranas. Creo que está en aquella mochila.

La niña señaló la mochila que estaba debajo de la mesa del profesor.

—Yo no he traído ninguna rana a clase —dijo el profesor—. ¿Qué es esta gamberrada? Esperad aquí, que salgo a ver qué pasa.

—Lo que pasa es que el ladrón del colegio le debe de haber metido el botín en la mochila —dijo la alumna.

—Será eso —dijo el profesor, sin atreverse a abrir la mochila.

Un ladrón en el colegioEnseguida se presentó la maestra que había ideado el plan, y se quedó boquiabierta al ver quién tenía las ranas en la mochila.

La maestra invitó al profesor a que la acompañara y le explicó lo que pasaba. El profesor, al verse descubierto, pidió disculpas y devolvió todo lo que había cogido. Explicó que tenía una enfermedad llamada cleptomanía, y que no podía reprimir el impulso de coger lo que no era suyo.

Entre todos decidieron ayudar al profesor con su problema y, aunque todavía coge lo que no es suya, ahora todos saben lo que pasa y, cuando falta algo, ya saben a quién tienen que preguntar.

Y así, la paz y la felicidad volvieron a Villalegría.

Por cierto, que lo que había en las bolsas trampa no eran ranas de verdad, sino unos dispositivos electrónicos localizador controlados por control remoto.
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