¡Qué curioso es eso de la educación! Pues lo que haces aquí que parece tan normal puede parecer grosero y maleducado en cualquier otro lugar. Y si no que se los digan a Alfonso XIII y a su gusto por mojar pan, y alimentos parecidos.
Cuentan que estaba Alfonso XIII en Inglaterra a confirmar su matrimonio con Doña Victoria Eugenia de Battenberg, y que allí había organizado una chocolatada para convidar a todos los que le habían acompañado. Cómo no, no faltó la princesa Eugenia, acompañada por un buen número acompañantes ingleses.
A la vista del delicioso desayuno, Alfonso XIII anunció:
-Españoles, ¡a mojar!
Ajenos a las formas y usos de la corte inglesa, los españoles, armados de churros y porras, dieron buena cuenta del delicioso chocolate, a base de untarlo con gusto y gana, a pesar del asombro de los ingleses, poco acostumbrados a placeres, a su entender, tan vulgares.
A pesar de todo, el acuerdo siguió adelante y Doña Victoria Eugenia contrajo Matrimonio con Don Alfonso XIII. No obstante, Doña Eugenia no consiguió que su esposo perdiera el gusto por esa costumbre tan española.
Cuentan que estaba el Rey Alfonso XIII desayunando en su alcoba, mojando pan en la yema de su huevo frito, cuando entró en ella Doña Victoria Eugenia.
-No deberías hacer eso -dijo ella-, ni siquiera en privado, cuando crees que nadie te está viendo.
-¿Por qué no lo pruebas? -dijo Don Alfonso-. Verás que es un placer digno de reyes.
-Ni hablar, Alfonso, ni hablar -dijo Doña Victoria Eugenia.
Don Alfonso se encogió de hombros y le dijo:
-Pues no sabes lo que te pierdes.
Y continuó disfrutando de su delicioso desayuno.