Desde el inicio de los tiempos ha sido Cupido el ángel encargado del amor y de la unión de las parejas. Sus flechas son las que son lanzadas en pares para unir así a dos seres como pareja. De ese modo han comenzado infinitas historias de amor y familias. Cupido siempre se encarga de unir con sus disparos a las personas que están predestinadas a estar juntas.
Pero con el paso del tiempo, y el crecimiento de la población mundial, Cupido ya no daba abasto. Por más ángel que es, sintió que el trabajo era demasiado para él y por ello decidió armar su propio equipo de ángeles del amor.
Cupido colocó entonces un aviso en la internet celestial convocando a ángeles para su equipo. Fueron muchos los que se anotaron, y luego de unas clases y un poco de entrenamiento de arco y flecha, comenzó el primer día de trabajo de los otros “cupidos”.
—Muy bien equipo, aquí tienen el listado de las parejas que deben unir el día de hoy— dijo Cupido mientras se paseaba repartiendo unos folios entre los otros ángeles—. Cada uno tiene la cantidad de flechas necesarias para su misión. Además, los he dividido por zonas, eso también está en las indicaciones que les entrego-
—Entendido —corearon los ángeles entusiasmados.
Cada ángel se retiró con sus instrucciones y se dirigió a su zona a trabajar con entusiasmo.
Bluma una de las ángeles del equipo ese día, estaba muy resfriada, pero tenía tanto entusiasmo que eso no la detuvo para ir a trabajar como cupido. Ella miró su listado y vio la primera pareja que debía unir, tomo sus flechas, las disparó y vio como con éxito comenzó el amor. Así muchas veces más. Pero en un momento, estando a punto de disparar, Bluma estornudó, y la flecha que se dirigía a un muchacho impactó en otro diferente, incumpliendo así una de las parejas del listado.
—¡Oh, no lo he arruinado todo! —dijo en voz alta Bluma—. Cupido va a enfadarse mucho conmigo, pero no hay remedio, iré a contarle antes que esto sea peor.
A toda velocidad, Bluma regresó a la oficina de Cupido para contarle lo sucedido.
—¡Cupido, sucedió algo terrible!
—Dime Bluma, ¿qué sucedió? —respondió Cupido, relajado.
—He arruinado todo, ya había flechado a una mujer, y cuando estaba por dispararle al muchacho que le correspondía, estornudé, entonces la flecha se desvió y le dio a otro hombre.
Cupido la miro fijamente mientras se hizo un silencio.
—Lo sé, soy un desastre, le arruiné el destino a estos pobres humanos —irrumpió Bluma avergonzada.
—Claro que no Bluma, nada de eso. ¿Sabes la cantidad de veces que me ha pasado lo mismo a mí?
—¿De veras?
—Por supuesto, muchas veces se me desviaron las flechas, o por el viento, un tropiezo, un estornudo…
—Pero ¿qué pasará con esas personas?
—Mira Bluma, el destino no está escrito en piedra. Podemos tener un plan y apuntar a él, pero en el proceso las cosas pueden cambiar, y eso es perfecto también. Si la flecha se desvió, seguramente ese era el mejor muchacho para aquella mujer.
Bluma respiró aliviada.
—Bluma, no hay que frustrarse si todo no sale como lo hemos planeado. Lo importante es saber que siempre las cosas son como deben ser —agregó Cupido.
La sonrisa volvió al rostro de Bluma, que tomó nuevamente su listado, su arco y flecha para regresar a su tarea.
Bluma se convirtió en una gran ayudante de Cupido, siempre recordando la importante lección que aprendió en su primer día.