Había una vez un señor muy rico llamado Don Regalón que tenía todo lo que quería. O casi. Había algo que Don Regalón deseaba y que no conseguía: ser amado y querido por todo el mundo.
Un día Don Regalón tuvo una gran idea.
-Llevaré regalos a todos los niños del mundo para que me quieran tanto como a Papá Noel. Mi nombre aparecerá en todas las cartas, los niños pensarán en mí y me dibujarán y las calles se adornarán con mi retrato. Seré el más famoso y más querido del mundo.
Para conseguirlo Don Regalón tenía que darse a conocer, así que contrató a todos los gnomos del mundo para que llevaran cartas a los niños. En esas cartas, Don Regalón prometía llevarles todos los regalos que quisieran en Navidad.
-Tendré que ir haciendo acopio de juguetes para que ningún niño se quede sin el suyo -pensó Don Regalón.
Regalón mandó a los gnomos a buscar todos los juguetes que encontraran para poder cumplir su promesa. Pero el día de Nochebuena se acercaba y todavía faltaban mucho juguetes. Era increíble la cantidad de cosas que querían los niños.
-Gnomos, faltan muchos juguetes todavía -dijo Don Regalón-. Haced lo que sea necesario para traer todo lo que falta. Faltan diez horas para empezar a repartir. Daos prisa, que quiero llegar antes que Papá Noel.
Los gnomos así lo hicieron. En apenas una hora tenían todo lo que faltaba.
-Estupendo, amigos. Es hora de empezar a repartir -dijo Don Regalón-. Cargad el camión.
Don Regalón se subió al camión, pero justo cuando iba a arrancar….
-¡Alto! ¡Al ladrón! -se oyó decir-. Paren al ladrón.
Un montón de duendes llegaron a lomos de varios renos seguidos de varias patrullas de policía.
-Detengan al ladrón -decían los duendes-. Ese hombre y sus gnomos compinches han robado los juguetes que Papá Noel iba a repartir esta noche.
Papá Noel llegaba detrás, en su trineo vacío, del que solo tiraba un reno.
-¡Oh, no! ¿Qué habéis hecho? -dijo Don Regalón.
-Tú necesitabas juguetes para ser más famoso que Papá Noel -dijo un gnomo-. Le hemos quitado sus juguetes para ir más rápido y hacerlo quedar mal. Así los niños te querrán más todavía.
-Señor, queda usted detenido -dijo un policía- y todos estos gnomos también.
-¿Y los niños? -preguntó Papá Noel-. ¿Qué va a pasar con los niños?
-Se quedarán sin regalos -dijo Don Regalón.
-De eso nada -dijo el capitán de policía-. Entre todos cargaremos el trineo de Papá Noel.
Como Papá Noel no denunció a Don Regalón la policía no le detuvo. Así, Don Regalón pudo repartir lo que tenía antes del robo. Pero como no pudo cumplir su promesa ningún niño volvió a fiarse de él.
Desde entonces, Don Regalón ayuda a Papá Noel todas las navidades donando juguetes para que los duendes no tengan tanto trabajo que hacer. Y aunque ya nadie se acuerda de él, Don Regalón se siente feliz porque ha descubierto que ayudar a los demás te hace sentir bien, incluso cuando nadie lo sabe.