La Nochebuena es uno de los días más esperados del año por niños y mayores. Pero hubo una vez un ladrón al que no le gustaba la Nochebuena, ni mucho menos ver disfrutar a la gente con sus regalos el día de Navidad.
Harto ya de tanta felicidad y alegría, el malvado ladrón decidió robar las nochebuenas a todas las personas del mundo. Para ello se dedicó a robar todos los calendarios y los cambió por otros en los que el día 24 de diciembre no existía.
-Jajaja -reía el malvado ladrón-. Nadie podrá celebrar la Nochebuena, porque las he robado todas.
Y el ladrón de nochebuenas se quedó tan tranquilo, esperando ver la cara que se les ponía a todos al ver que, el día de Navidad, no habría regalos para nadie.
Faltaban pocos días para terminar el mes de noviembre cuando una alarma saltó en la fábrica de regalos de Papá Noel.
-Papá Noel, este año no habrá Nochebuena -dijo el vigilante navideño-. La Nochebuena no aparece en ningún calendario.
-¡Vaya, qué contratiempo! -exclamó Papá Noel-. ¡Este va a ser un desastre! Hay que encontrar a quien haya hecho esto. Si no, estaremos aquí atrapados hasta la próxima Nochebuena.
La policía navideña se puso a investigar, pero era muy difícil averiguar lo que había pasado. Aún así, los policías navideños trabajaron duro, aunque no consiguieron aclarar nada.
Y esas llegó la Navidad. Nadie se había acordado de la Nochebuena, pero aún así los niños se levantaron y fueron rápidamente a buscar sus regalos. Pero no encontraron nada. Satisfecho con su trabajo, el ladrón de nochebuenas salió a la calle gritando:
-¡Jajaja! ¡Os he robado la Nochebuena a todos y ni os habéis dado cuenta! ¡Ya nadie tendrá una feliz Navidad!
La policía navideña se tiró sobre el ladrón en cuanto oyeron lo que había dicho. La gente se miraba, extrañada.
-Pero, ¡qué diantres! ¡Es Navidad! -gritó un niño en la calle-. Los regalos son lo de menos. ¡Disfrutemos este día!
-¡No! ¡No! ¡No! -gritó el ladrón, mientras se lo llevaban apresado-. Tenéis que estar tristes, tenéis que estar tristes.
Pero la gente pronto se olvidó de que no habían tenido Nochebuena. Y ese espíritu desbloqueó la fuerza mágica que impedía que Papá Noel repartiera sus regalos y, a plena luz del día, fue por todos los hogares dejando regalos. Porque esa es la magia de la Navidad: el amor lo hace todo posible.