El mejor chocolate del mundo
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El mejor chocolate del mundo

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El mejor chocolate del mundo En el País del Chocolate todo el mundo era feliz. No había personas, solo había chocolate. En tableta, en bolitas, a la taza… estos eran los auténticos habitantes del País del Chocolate.

Un día llegó una carta al País del Chocolate. Desde el País de los niños hambrientos les invitaban a un concurso para elegir al mejor chocolate del mundo. El ganador recibiría como premio una semana de vacaciones en ese lejano país. El concurso tendría lugar en el País del Chocolate.

Aunque nadie conocía dónde estaba el País de los niños hambrientos ni qué o quienes habían allí, la sola idea de convertirse en el mejor chocolate del mundo los cegó por completo y todos se comenzaron a preparar para el concurso. El chocolate con almendras partía como favorito, seguido de cerca por el chocolate a la taza y el chocolate a la naranja.

Entre tanto, una carta llegó al vecino País de la Leche invitándoles a elegir a la mejor leche del mundo. El concurso se celebraría en el País de los niños hambrientos. Pero las leches no estaban demasiado interesadas en saber quien era la mejor de ellas, y de hecho desconfiaron un poco de aquella carta que llegaba de un país del que nunca antes habían oído hablar.

Ante las dudas, la presidenta del País de la leche decidió llamar por teléfono al presidente del País del Chocolate.
- Hola, Soy la Presidenta del País de la Leche. Hemos recibido una extraña invitación por parte del País de los niños y el caso es que aquí nunca habíamos oído hablar de ese país. ¿Acaso vosotros lo conocéis?
- ¡Por supuesto que sí! - contestó en tono algo fanfarrón el presidente del País del Chocolate - Hemos sido invitados a celebrar un concurso por el que se elegirá al mejor chocolate del mundo de modo que estamos con los preparativos.
- Pero, ¿no te parece un poco raro? ¿Alguna vez habías oído hablar de este país?
- No, pero ¡qué mas da! Quieren elegir al mejor chocolate del mundo y todos nos esforzaremos por participar en el concurso. Me voy, que tenemos mucho que hacer todavía.

Cuando llegó el día del famoso concurso, la presidenta del País de la Leche decidió trasladarse al País del Chocolate para ver con sus propios ojos qué sucedía.

Lo que se encontró fue algo terrible. Todos los chocolates estaban discutiendo como locos entre ellos sin ser capaces de elegir al mejor. Los participantes en el concurso acusaban a los jueces de no haber sido imparciales y los chocolates concursantes se acusaban entre ellos de haber hecho trampas. El caso es que allí todo el mundo discutía y gritaba con todo el mundo.

La presidenta del País de la Leche decidió tomar el mando y logró llegar como pudo hasta el micrófono situado en el escenario principal.

- ¡¡Baaaasta ya!! - gritó con todas sus fuerzas -

De inmediato todos los chocolates dejaron de discutir y gritar y se hizo un gran silencio.

-El mejor chocolate del mundo ¿Pero es que no veis lo que estáis haciendo? Esto es solo un concurso. Un ridículo concurso cuyo premio son unas vacaciones en un país del que nunca nadie ha oído hablar. ¿De verdad creéis que merece la pena discutir con vuestras amigos y vecinos? ¿Y todas las veces que os habéis ayudado unos chocolates a otros? ¿Ya no os acordáis? No dejéis que vuestro ego se apodere de vosotros. No tenéis que elegir al mejor porque todos sois el mejor.

En ese momento empezó a oírse un tímido aplauso seguido de otro, y otro, y otro y otro más hasta convertirse en un sonoro aplauso que duró diez largos minutos.

El presidente del País del Chocolate subió hasta el escenario y dijo unas palabras:
- Queridos habitantes del País del Chocolate, nuestra amiga y compañera la presidenta del País de la Leche ha dicho una gran verdad. No hay motivos para que rompamos la convivencia feliz y tranquila que caracteriza nuestro país. Todos somos los mejores chocolates del mundo y para ello no necesitamos celebrar ningún concurso.
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