En la Urbanización Coto Pinar los niños y las niñas salen muy poco a jugar a las calles porque prefieren estar en sus casas jugando con sus ordenadores, sus máquinas y sus móviles. Ya no quieren probar sus patines en el asfalto. Las bicis son protagonistas con la llegada de la primavera y como juegan al baloncesto y al fútbol en el cole o en sus equipos las canchas deportivas están vacías.
Un domingo cualquiera un pájaro se posó en un poste de la luz de la urbanización Coto Pinar y, cuando vio que pasaba un perro delante de él, decidió llamarlo:
- Chssst, perrito. Perro negro desconocido. ¿Me oyes?
El perro caminaba con su hocico caído y su rabito puntiagudo sin hacer caso a los gritos del pájaro.
- Quiero hablar contigo. No me dejes solo, perrito.
Parece que esta vez el perrito negro escuchó bien lo que decía el pájaro y se paró a hablar con él.
- ¿Me hablabas a mi, pájaro? ¿Qué necesitas? -preguntó mirando hacia el cielo.
- Aquí no hay nadie. Qué pena. Con la de animales y niños que había antes por aquí. ¿No crees que podríamos hacer algo para divertirnos un poco?
- Yo solo conozco a algún que otro perro o gato, pero no sé qué podemos hacer. Yo también me encuentro aburrido y el invierno es frío.
- Estaba mirando las canchas que hay. ¿Qué te parece si organizáramos un partido de fútbol entre los animales de la urbanización? -dijo el pájaro, ilusionado.
- La verdad que yo me cansó mucho -dijo el perro con cara de sorpresa-.No sé cómo estaría jugando al fútbol.
- Anda amigo. Vamos a intentarlos mejores jugad- Yo he volado sobre muchos campos de fútbol algo os puedo enseñar y además me sé las reglas.
El perrito negro asintió y quedó con el pájaro en que dentro de una semana volverían a verse en ese mismo punto y poner en común cuantos animales querían participar en el partido.
El pájaro recorrió todos los días la urbanización y muchas lagartijas y hormigas se unieron al plan. Muchos gorriones se juntaron para participar, a alguna de las ardillas también le pareció buena idea y las gaviotas se apuntaron todas.
Por su parte, el perrito consiguió que unos gatos, unas cobayas y alguno de sus amigos perros se apuntaran también. Cuando se juntaron pasados los siete días eran unos veinticinco los animales que se habían unido para jugar un partido de fútbol en la urbanización.
E
l pájaro y el perrito negro estaban entusiasmados. ¡Es un partido que haría historia en la urbanización Coto Pinar! El día del encuentro todos los niños salieron a las calles para ver cómo competían entre sí todos los animales. Disfrutaron de como las hormigas se unían para empujar la pelota, como las gaviotas hacían trampas intentando llevarse el balón con el pico. Los mejores jugadores, cómo no, eran los perritos pues con sus fuertes patas lograban llegar a la portería y meter muchos goles.
El partido acabó como no podía ser de otra forma con un empate entre los dos equipos que habían formado. Pero a nadie le importaba, porque lo mejor de esa tarde había sido que todos disfrutaran juntos tanto animales como niños y padres. Moverse, trabajar en equipo y conocer gente nueva. La urbanización Coto Pinar repetiría este partido todos los años.