El río de las reacciones mágicas
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El río de las reacciones mágicas

Edades:
A partir de 6 años
El río de las reacciones mágicas En un rincón escondido del Bosque de las Mezclas Curiosas, Lía caminaba con su mochila llena de cuadernos y lápices. Había encontrado un mapa extraño en el suelo del patio de su escuela, y las palabras en él la habían llenado de curiosidad:

"Sigue el río, descubre la magia."

Después de caminar un rato, escuchó un sonido chisporroteante. ¡Era el Río Alquimista! Sus aguas parecían normales, pero al acercarse, Lía vio que un tramo burbujeaba como un refresco agitado. Fascinada, se inclinó para mirar más de cerca cuando una voz resonó detrás de ella:

—¡Cuidado con las burbujas! Si no sabes lo que haces, ¡pueden explotar! —dijo un castor con gafas grandes y una bata blanca.

—¿Quién eres? —preguntó Lía, sorprendida.

—Soy Profe Cátodo, el guardián del río. Aquí estudiamos cómo cambian las cosas cuando se mezclan. ¿Te gustaría aprender?

Lía asintió emocionada. Profe Cátodo la llevó a una pequeña presa donde tenía frascos y tubos llenos de líquidos de colores.

—Mira esto, niña curiosa —dijo, mezclando un polvo blanco con un líquido transparente. De repente, ¡una espuma brillante salió disparada!

—¡Es como magia! —gritó Lía.

—Es química —respondió Profe Cátodo, sonriendo.

Mientras seguían explorando el río, se encontraron con Pepa, una rana verde que no paraba de saltar de un lado a otro.

—¡Vaya, vaya! ¿Alguien nuevo para jugar con mezclas? —dijo Pepa, y antes de que nadie pudiera detenerla, echó algo de su mochila en el agua.

El agua comenzó a cambiar de color, de azul a rojo, y luego a morado. Lía y Profe Cátodo aplaudieron impresionados, pero Pepa no parecía haber terminado.

—¡Espera, tengo otra idea! —dijo la rana. Sacó un frasco brillante y lo vertió en el agua. De repente, el río empezó a burbujear de forma incontrolable. Las burbujas crecieron y crecieron hasta que... ¡BUM! Una nube de espuma cubrió a los tres.

—¡Pepa! —gritó Profe Cátodo—. ¡Las reacciones necesitan equilibrio!

—Ups... lo siento.

El río dejó de fluir por un momento, como si estuviera cansado. Lía miró al Profe Cátodo, preocupada.

—¿Podemos arreglarlo? —preguntó.

—¡Claro que sí! Pero necesitarás todo lo que has aprendido hasta ahora —respondió el castor.

Lía pensó en las reacciones que había visto: cómo el calor hacía que el agua burbujeara, cómo los colores cambiaban con ciertas mezclas, y cómo la espuma podía crecer o disminuir según las cantidades. Trabajando juntos, ella, Profe Cátodo y Pepa comenzaron a preparar una nueva mezcla.

El río de las reacciones mágicas—Un poco de este polvo blanco, un chorrito de este líquido azul, y... ¡listo! —dijo Lía, vertiendo la mezcla en el río.

Las aguas comenzaron a brillar suavemente, y las burbujas volvieron a ser pequeñas y coloridas. El río recuperó su corriente mágica, y los peces saltaron de alegría.

—¡Lo hiciste, Lía! —gritó Pepa, dando un salto feliz.

—No lo hice sola. ¡Fue trabajo en equipo! —respondió Lía, sonriendo.

Profe Cátodo asintió orgulloso.

—La química es como la amistad: si encuentras el equilibrio, todo funciona mejor.

Desde entonces, Lía visitaba el Río Alquimista con frecuencia, aprendiendo nuevas mezclas y ayudando a cuidar aquel lugar tan especial. Ahora sabía que no era magia, sino ciencia, la que hacía del río algo tan extraordinario.
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