Alfredo estaba siempre muy atareado por su trabajo, iba y venía de su casa constantemente, siempre apresurado. Un día, al regresar a casa, notó una gota de agua que brotaba por una pequeña grieta en la pared del dormitorio que estaba junto a su baño. El hombre, al ver eso, tomó un trozo de cinta adhesiva y cubrió la grieta. El agua dejó de salir.
—¡Problema resuelto!— dijo en voz alta al ver el resultado de su trabajo.
Al día siguiente, Alfredo estaba bebiendo un café antes de salir a su trabajo y vio una pequeña luz roja titilando en su aire acondicionado. Él se acercó al artefacto y le dio unos golpecitos, como la luz no dejaba de encenderse y apagarse, la rasgó un poco con su uña hasta que sacó del aparato el pequeño bombillo y este dejó de iluminarse.
Poco después de eso, el ordenador de Alfredo mostraba constantemente un cartel que indicaba realizar unas actualizaciones urgentes.
—Luego lo haré, que no es tan urgente— decía Alfredo cada vez que aparecía ese dichoso cartel, y él indicaba “postergar”.
Lo que no tenía en cuenta Alfredo, es que no ocuparse de las cosas y postergarlas, o incluso ignorarlas podría traer graves consecuencias. Y así fue, una tarde, al regresar del trabajo, Alfredo encontró su casa hecha un caos. De la pared que en primera instancia caía una gota, ahora había un chorro de agua que brotaba con la misma fuerza que una manguera de bombero. El aire acondicionado echaba humo y chispas constantemente.
De inmediato, Alfredo llamó a su técnico de confianza, que afortunadamente pudo acudir a su casa de manera urgente.
— ¿Pero qué desastre es este?— pregunto el técnico mientras ingresaba a la casa de Alfredo.
—Pues no lo sé, yo pensé que estaba todo solucionado. El otro día caía una gota de la pared y yo lo arreglé con cinta, no sé cómo está así ahora. Y el aire acondicionado tenía una luz titilando, y yo simplemente se la quité— comentó Alfredo confundido.
Mientras cortaba el paso del agua, y también la electricidad, el técnico le comentaba al dueño de casa.
Alfredo, las cosas no se arreglan así, la grieta que tú viste no era el problema, está dañado el caño de agua que está dentro de la pared. Y la luz del aire te indicaba que necesitaba ser revisado, de milagro el artefacto no ocasionó un incendio.
—Bueno, creí que estaba haciendo bien— agregó Alfredo, afligido.
—Hombre, las cosas tienen que ser tratadas como corresponden, hay que estar atento a los indicios de problemas y buscarles una solución de raíz, siempre buscando el consejo de un experto en la materia.
—Parece que tienes razón… Bueno, entonces ahora que lo mencionas, el ordenador me venía mostrando un cartel de actualizaciones, ¿puedes verlo?.
Efectivamente, el técnico revisó el ordenador de Alfredo, por suerte a tiempo, antes de que por ignorar las advertencias se hubiera borrado todo el trabajo que allí estaba almacenado.
En pocos días también reparó el caño roto y la pared, además del aire acondicionado. La casa de Alfredo volvió a estar en condiciones y ordenada.
Desde ese momento en adelante el hombre comenzó a ocuparse de solucionar los inconvenientes, ni bien aparecían las primeras señales antes que cuestiones simples se transformaran en grandes problemas.