La casita de las hormigas se encontraba cerca de la casa de los escarabajos. Una de las hormigas siempre paseaba sola con unos guantes rojos y bolsito amarillo. La casa de las hormigas estaba hecha de cortezas de pan que ellas mismas recogían del suelo y cerca de una fuerte piedra que aguantara el viento y la lluvia.
Todas las mañanas, al salir los primeros rayos del sol, la hormiga se preparaba para dar su paseo y disfrutar cantando. Sí señor, lo que más le gustaba a esta pequeña hormiguita era cantar. Los días que las tormentas no le dejaban disfrutar de su paseo, ella abría la ventana y tarareaba sus canciones favoritas. Los escarabajos querían mucho a su vecina pues alegraba sus mañanas todos los días.
La hormiga llevaba cantando dos años y realmente cada vez cantaba mejor. El resto de hormigas aguantaban con mucha paciencia, porque ella, una vez que acababa de cantar, era muy generosa y les ayudaba en todo.
Pero un buen día otros vecinos llegaron al barrio: las moscas. Las moscas hicieron una casa con forma de cueva y allí se encontraban por lo menos unas quince moscas. Todos los días la hormiga salía a cantar, pero era un problema porque nadie la oía por el aleteo de las moscas. En todas las casas el único ruido que sonaba era el PSSSS, PSSSS… constantemente. La hormiga se empezó a sentir muy, pero que muy triste, ya no podía hacer lo que más le gustaba, porque ni ella misma se oía al cantar.
Pasaron los días y la hormiga decidió no volver a cantar. Sus compañeras intentaban motivarla, pero ella ya no quería coger su bolsito amarillo y salir a cantar por el barrio. Entonces decidieron hablar con todos sus vecinos, incluidas las moscas, para intentar animarla y darle una sorpresa.
Las hormigas arrastraron trocitos de madera hasta conseguir montar una especie de escenario. Las moscas recogieron con sus pequeños vuelos trocitos de pétalos de flor que colocaron alrededor. Los escarabajos se vistieron con sus mejores galas esperando a que la hormiga saliera a la ventana y poder sorprenderla.
Cuando todo estaba preparado una de las hormigas decidió avisarla de que tenía que salir a recoger un trozo de pan que habían visto fuera. La hormiga salió a la calle y cuál fue su sorpresa cuando vio a todos sus vecinos aplaudiendo y pidiéndole a coro una canción. La hormiga no entendía nada y una mosca se lo explicó todo:
-Lo sentimos mucho querida hormiga. Nos han contado que te encanta cantar y que ahora estas triste y no lo haces porque nosotras metemos mucho ruido y no nos organizamos en nuestra cueva. No queremos que esto ocurra así que si cantas para nosotras todos los días saldremos a verte y luego seguiremos con nuestros vuelos.
-¡Eso sería estupendo!
La hormiga estaba emocionada. El resto de hormigas le enseñaron el escenario y le trajeron sus guantes rojos y su bolso amarillo. La hormiga decidió cantar sus canciones favoritas y lo hizo mejor que nunca. Todos los vecinos se alegraron de verla así de feliz y disfrutaron de estar todos juntos como buenos vecinos.