La liebre y la tortuga, el reencuentro
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La liebre y la tortuga, el reencuentro

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A partir de 4 años
La liebre y la tortuga, el reencuentro En un bosque de un pueblo recóndito se celebraría una fiesta muy especial. Todos los personajes de los cuentos clásicos se reunirían después de muchos años sin verse. La organización y la idea había surgido del lobo de Caperucita. Él se había tomado el trabajo de armar la lista de invitados, preparar y enviar las invitaciones a los distintos puntos y localidades, y de organizar cada detalle de la fiesta.

Cuando el día por fin llegó, todo estaba listo desde temprano, el delicioso menú, las bebidas, las luces y la música. Y finalmente a la hora acordada comenzaron a llegar poco a poco los invitados. Por la alfombra roja que daba ingreso al predio de la celebración se pasearon los tres cerditos, Pinocho, la cigarra y la hormiga, el cuervo y la zorra, el patito feo y muchos otros más.

Afortunadamente, casi todos ellos habían aprendido las lecciones de las historias que habían protagonizado y vivían mucho mejor. Por ejemplo, los tres cerditos habían fundado una empresa constructora y se dedicaban a construir casas anti—huracanes. El cisne, conocido como el patito feo, se había convertido en un orador motivacional y ayudaba a los demás a mejorar su autoestima.

Y el "casi todos" fue por el caso de la liebre compañera de la tortuga. Ambos protagonistas de la famosa historia no se habían visto desde aquella carrera que los llevó a la fama. Cuando la tortuga vio a la liebre, la saludo afectuosamente

—Amigo, ¿cómo has estado tanto tiempo?

—Bastante estresado, diría, la vida se puso difícil en el tiempo en que no te he visto —respondió la liebre suspirando.

—Pero ¿qué sucedió?— preguntó la tortuga.
—Bueno, cuando corrimos la famosa carrera aprendí de ti a no detenerme ni perder tiempo. Y por ello estoy siempre ocupado trabajando, estudiando y haciendo muchas cosas productivas. Pero estoy siempre muy cansado y estresado.

—Pero amigo, así no funcionan las cosas —exclamó la tortuga.

—¿Cómo que no?— dijo confundida la liebre.

—Es que me parece que no entendiste el cuento. La moraleja era que al ser dedicados y perseverantes podemos lograr todo lo que nos propongamos, y en tu caso no subestimar a los demás.

—Tiene sentido, creo que voy a leerlo de nuevo —comentó la liebre.

âLa liebre y la tortuga, el reencuentro€”Deberías, puesto que si sigues así te harás daño. Claro que hay que ser productivo, dedicado y perseverante. Pero también es importante tomarse un tiempo para relajarse y descansar, siempre con un equilibrio, claro.

—Tienes razón, lo voy a hacer así —respondió la liebre entendiendo que su amigo tenía razón.

—Bueno, ahora es momento de divertirnos —dijo la tortuga mientras se dirigía a la pista de baile.

Detrás le siguió la liebre, y ambos se divirtieron a lo grande en la celebración que los hizo reencontrar después de tantos años. De la fiesta, además de un bonito momento y mucha diversión, la liebre se llevó una gran lección de su vieja amiga, y desde ese entonces comenzó a vivir mucho más relajada, pero de manera responsable.
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