Era domingo y la madre de Sara, había planificado visitar a su tía con su pequeña hija, mientras su marido y sus otros hijos asistían a una carrera de coches en la ciudad. A Sara no le gustaban los coches, pero hubiera preferido ir con sus hermanos y su padre a ver la carrera, pues la tía Clota le resultaba insoportable.
Cada vez que Sara y su madre llegaban a visitarla, la tía Clota la abrazaba fuertísimo a Sara, casi inmovilizándola, además le daba dos besos ruidosos en sus cachetes, y luego se los pellizcaba diciendo, “pero que niña tan linda”. Sara odiaba eso, pero no sabía cómo zafarse.
—¿Qué pasa que traes esa cara hija?— preguntó su madre a Sara, que estaba en el sofá, lista para salir, pero de brazos cruzados y cara larga.ç
—Nada mamá, ya vamos— respondió de mala gana la niña.
—A mí no me engañas Sara, ¿dime que te pasa?
—Está bien mamá, es que la tía Clota es buena, pero me resulta muy molesto como saluda. Es una pegajosa. No me gusta.
—Pues la he visto, y es cierto.
—Sí, me aprieta con mucha fuerza cuando me abraza y encima luego me daña las mejillas con pellizcos.
—Bueno, Sara, tú puedes decírselo. Si no te gusta que haga eso se lo dices.
—¿Puedo? Es que pensé que ella se ofendería… O tal vez tú.
—Nada de eso, hija, si no te gusta lo que otra persona te hace, con respeto puedes decírselo.
La expresión de la niña cambio de mal genio a una sonrisa, y luego de la conversación, ambas salieron de la casa y subieron al coche para ir a visitar a la tía Clota.
Ni bien llegaron, la tía Clota saludo a la madre de Sara y luego se agachó y se dirigió a la pequeña.
—Hola Sarita, que bella estás— dijo la tía extendiendo sus brazos.
La pequeña hizo un paso hacia atrás, y con sus manos hizo un gesto como deteniendo un coche.
—Por favor, tía Clota, no me apretujes los cachetes ni me exprimas abrazándome, no me gusta eso.
—Oh, lo siento Sara— dijo la tía—. Es que me emociono mucho de verte, pero tranquila, si no te agrada no volverá a suceder.
La tía Clota saludó suavemente a Sara solo con dos besos. La niña se sintió muy a gusto, y ese día disfrutó mucho de la visita. Pues salvo eso, la tía Clota era muy buena y además cocinaba delicioso.
Las próximas veces, Sara ya no sentía ese fastidio por ir a ver a la tía Clota, todo lo contrario. Incluso muchas veces era la niña quien saludaba a la tía con un abrazo. Afortunadamente, la tía Clota solamente tenía la buena intención de demostrar su cariño, pero en otros casos no es así. Sara entendió que siempre puede detener a otra persona si hace con ella algo que no le gusta, incluso si esa otra persona es de la propia familia. Además, la niña entendió la importancia de confiar en su madre, ya que, si ese día no hubieran tenido esa conversación antes de salir de casa, la tía Clota seguiría siendo para Sara la molesta tía pegajosa.