La trampa de miel
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La trampa de miel

Edades:
A partir de 6 años
La trampa de miel Había una vez una colonia de hadas que vivían felices, escondidas en medio de un enorme bosque. Nadie conocía aquel lugar, salvo ellas, los animalitos que las acompañaban y unos trolls malvados que tenían muchas ganas de comérselas. Pero las hadas estaban muy bien protegidas, gracias a unas barreras mágicas que ellas mismas habían elaborado para que nadie con malas intenciones se acercara a su hogar.

Sin embargo, no había ninguna barrera que las impidiera salir.

—Hada Superiora, deberíamos levantar una barrera que nos impidiera salir —dijo Hada Azul.

—¿Para qué vamos a crear una barrera para salir, si a ninguna de nosotras se le ocurriría algo así? —dijo Hada Superiora.

—Además, si hiciéramos eso, no podríamos huir en caso de peligro, como un incendio —dijo Hada Verde.

—Pues eso, que no hace falta levantar barreras para salir —dijo Hada Superiora.

Hada Azul sabía bien por qué pedía una barrera para no poder salir. En más de una ocasión había encontrado a su hija, Hadita Pequeñita, en los límites del bosque, mirando más allá.

—Sabes que no debes salir; hay muchos peligros ahí fuera —le decía Hada Azul a su hija.

—Solo quiero ver más allá —contestaba siempre Hadita Pequeñita.

Pero Hadita Pequeñita no era la única que tenía curiosidad por saber qué había más allá. Las palabras “peligro”, “miedo” o “los trolls os comerán” no tenían sentido para ellas, no sabían lo que significaba realmente.

Un día, Hadita Pequeñita se acercó al límite de su hogar junto con Hadita Mosquita y Hadita Coletita.

—Mirad, un panal de miel —dijo Hadita Pequeñita.

—¡Qué rica! ¿Vamos a comer un poco? —dijo Hadita Mosquita.

—Tendremos que salir, y nos han dicho que no podemos—dijo Hadita Coletita.

—Pero si está ahí al lado —dijo Hadita Pequeñita—. ¿Qué va a pasar?

—Yo me apunto —dijo Hadita Mosquita.

—Yo mejor vigilo desde aquí, por si pasa algo —dijo Hadita Coletita.

Y así lo hicieron. Hadita Pequeñita y Hadita Mosquita se acercaron al panal de miel.

Un poco asustadas, pero muy emocionadas, las dos haditas llegaron hasta el panal de miel. Hadita Pequeñita iba a posarse en él cuando Hadita Mosquita exclamó:

—¡Espera! Recuerda lo que nos han enseñado: nunca hay que pisar la miel. Para comerla hay que cogerla poco a poco con una ramita o usando la varita.

—¡Tonterías! Venga, vamos a comernos la miel —dijo Hada Pequeñita, mientras se ponía sobre el panal y sus pies tocaban la miel.

Su amiga la imitó y empezaron a comer.

—¡Chica, huid, que a lo lejos veo acercarse a unos seres muy feos! —gritó Hada Coletita a sus amigas.

—¡Oh, no! ¡Los trolls! ¡Vámonos! —exclamó Hada Pequeñita.

—No puedo volar, me he quedado atascada —dijo Hada Mosquita.

—A mí me pasa lo mismo —dijo Hada Pequeñita—. Nos hemos hundido hasta las rodillas y la miel es tan espesa y pegajosa que no podemos sacar las piernas.

—¿Qué hacemos? —dijo Hada Mosquita.

En ese momento aparecieron las hadas mayores y derramaron sobre la miel un líquido que la licuó lo suficiente como para que las haditas pudieran salir.

—¡Rápido! Los trolls casi han llegado! —dijo Hada Azul.

La trampa de mielLas hadas y las haditas se salvaron por los pelos.

—¿Por qué lo habéis hecho? —las preguntó Hada Superiora a las haditas—. Las hadas nunca salimos de nuestro espacio.

—Queríamos saber más y probar la miel —dijo Hada Pequeñita.

—Pero sabíais que no debías posaron sobre la miel —dijo Hada Azul.

—No sabíamos por qué —dijo Hada Mosquita.

—Tendremos que hacer algunos cambios —dijo Hada Superiora.

A partir de entonces, las hadas mayores organizaron excursiones controladas y vigiladas fuera de la zona protegida para que las haditas vieran mundo y vieran por sí mismas a qué peligros se enfrentaban. También experimentaron por qué no debían hacer ciertas cosas, como posarse sobre la miel.

—Esto las hará cada vez más curiosas —dijo Hada Superiora.

—Sí, pero las preparará mejor para enfrentarse ellas solas a los peligros —dijo Hada Azul.

Hada Superiora se lo pensó un poco y dijo:

—Preparémoslas bien, entonces, y preparémonos nosotras también para la que se nos viene encima.
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