Lucía era la vaca que dos cosas hacía: soñaba de noche y pastaba de día. Esto último lo hacía en una gran granja donde convivía con muchos otros animales. Cuando alguien le preguntaba quiénes eran sus vecinos, a ella le gustaba responder: gallinas dicharacheras, conejos saltarines, corderos lanosos y cerdos hermosos. La razón era que a Lucía le encantaba hacer rimas, la poesía, las canciones… Y su gran sueño no era otro que triunfar sobre los escenarios de los grandes teatros del mundo.
Como no podía, porque en la granja era muy necesaria, se conformaba con ver pasar el tren cada tarde e imaginar que se subía en él para llegar a su destino soñado. En cuanto lo oía acercarse humeante su imaginación echaba a volar y su mente se transportaba a lugares alejados de su monótona vida. Todos los días hacía lo mismo. Miraba y miraba el tren alejarse soñando con poder viajar algún día, pero le parecía algo inalcanzable. Cada noche le pedía a la luna que todo eso se hiciera realidad.
Parece que esta escuchó sus anhelos porque, un día de verano, el tren paró porque se estropeó una pieza. Y se detuvo justo enfrente de la granja de la vaca Lucía. Ella aprovechó la ocasión porque sabía que seguramente no tuviese otra. El corazón le latía a mil por hora mientras se despedía de las demás vacas y del resto de los animales. Con alguna lágrima en las mejillas, partió rumbo a la gran ciudad, o eso al menos se imaginaba. Lucía pronto se dió cuenta de que nunca se había parado a pensar a dónde iba a parar ese tren.
Pasó el tiempo y nadie en la granja supo de ella. De hecho sus amigas pensaron que se había convertido en una poetisa famosa y que se había olvidad
o de su vida anterior. Por eso, no daban crédito cuando un dia de lluvia el tren se volvió a parar delante de la granja y de uno de los últimos vagones se bajó la vaca Lucía. Estaba distinta, muy delgada y de las patas le colgaban unas grandes cadenas. Les explicó que en realidad había ido a parar a un circo donde donde los animales se usaban solo para el espectáculo. Que, como era una vaca que recitaba poemas, la habían exprimido al máximo para atraer a más público y ganar dinero. Al final, Lucía había podido escapar y volver a su vida anterior.