Amanda y Jorge estaban jugando en el arenero de su jardín, a la sombra de un gran platanero que había plantado su abuelo décadas atrás. Era una tarde de verano muy calurosa. Una más de todas las que habían pasado ya.
-Papá, tengo mucho mucho calor -dijo Amanda-. ¿Podemos ir a la piscina?
-Iremos en un rato, hija, en cuanto acabe de recoger -dijo papá.
-Que nos lleve mamá entonces -replicó Amanda.
-Mamá no tiene vacaciones hasta dentro de unos días y hoy le toca turno de tarde, así que está a punto de irse -dijo papá.
-¿Podríamos jugar a lucha de piratas con las mangueras mientras tanto? -preguntó Jorge.
-Está bien, pero tened cuidado -dijo papá.
Amanda y Jorge fueron a por las mangueras para lanzarse chorros de agua. Pero no había agua en las mangueras.
-¡Vaya, qué lástima! -dijeron los niños.
-Voy a ver qué pasa -dijo papá.
En el momento en el que papá se fue a mirar la llave del agua empezó a nevar. Los niños se pusieron muy contentos y empezaron a bailar debajo de la nieve.
-¡Esto sí que es refrescante! -dijo Amanda.
-¡Ven, papá, mira esto! -gritó Jorge.
-¡Nieve de verano! -exclamó papá-. ¡Qué divertido!
Durante un ratito los tres se refrescaron bajo la peculiar nieve, que duró solo unos minutos.
-¿Cómo es posible que nieve en verano? -preguntó Jorge.
-Es un misterio ancestral de esta casa -dijo papá-. Todos los veranos, tras días de calor, la nieve visita a los habitantes de esta casa. Ya ocurría con el abuelo cuando yo era pequeño y no había piscina. Era toda una bendición.
En ese momento mamá se iba a trabajar.
-¿Por qué no nieva más? -preguntó Jorge.
-Seguro que cuando venga mamá nos visita la nieve otra vez para que ella también se refresque un poco -dijo papá.
Amanda se llevó aparte a su padre y le dijo:
-¿No tendrá mamá nada que ver con esto, verdad? Es mucha casualidad que tengáis que estar los dos, ¿no te parece?
-Me parece a mí que tú has leído muchos libros de misterio -dijo papá-. A veces estas cosas pasan.
-Ya, será eso -dijo Amanda-. Sabes que no pararé hasta descubrir qué pasa aquí.
-Mientras tanto, qué te parece si nos vamos a la piscina -dijo papá.
-Me parece bien -dijo Amanda-.Pero antes, dime algo, el trasto que ocultáis en el garaje bajo la lona vieja, ese que llevas día reparando, ¿tiene algo que ver?
-¿Esa vieja máquina del abuelo? -dijo papá-. No creo que mi padre hubiera sido capaz de inventar una máquina de hacer nieve. Pero mejor no preguntes más y vámonos a bañar.
De camino a la piscina Amanda pensó que mejor sería no investigar por esta vez. Su padre estaba muy emocionado con la nieve de verano y no quería estropearlo.
-Hay que ver las cosas que una tiene que hacer por un padre -pensaba Amanda, mientras cogía sus cosas.