A Paquito le encantaban los animales; sobre todo, los perritos. Por eso, el dÃa que Pequitas llegó a casa se puso muy contento.
Pequitas era un cachorro muy cariñoso y también un poco travieso; como Paquito. Eran tal para cual.
Un dÃa, Paquito se puso enfermo. Y Pequitas, también.
—¡Habrá que llevarte al pediatra, Paquito! -dijo mamá.
—¿A Pequitas también? —preguntó Paquito.
—No, los perritos tienen sus propios médicos —dijo mamá.
Después de unos dÃas, Paquito y Pequitas se recuperaron y volvieron a ser los de siempre.
Una tarde, mientras merendaban, Paquito le dijo a sus papás:
—Ya sé lo que quiero ser de mayor.
—¿Ah, s� —dijo papá—. Cuéntanos.
Paquito se puso muy serio, se estiró todo lo que pudo y, con una voz que pretendÃa ser muy seria, dijo:
—Quiero ser perriatra.
—¿Perriatra? —preguntó mamá—. Querrás decir pediatra.
—No, no, pedriata no; quiero ser perriatra —dijo Paquito.
—Hijo, que no se dice perriatra, se dice pediatra —dijo papá.
â
€”Que no, papá; que no es eso —dijo el niño—. Los pedriatras son los médicos de los niños. Y yo quiero ser perriatra para cuidar a los perritos pequeños. ¿O es que no te has dado cuenta de que el veterinario atiende a todos los animales? Yo quiero ocuparme solo de los perritos.
—Pues dicho queda —dijo papá—. Paquito de mayor será perriatra.
—Voy a practicar con Pequitas, a ver si se deja vendar una pata —dijo Paquito. Y se fue a jugar con su amigo canino, tan contento.