Tito y Tote
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Tito y Tote

Edades:
A partir de 4 años
Tito y Tote Había una vez dos hermanos que vivían a las afueras de un pequeño pueblo, con sus padres, junto al bosque. Se llamaban Tito y Tote.

Tito era un niño alegre, gentil y servicial. Sin embargo, Tote estaba todo el día protestando y quejándose por todo.

Tito y Tote ayudaban a sus papás en todo lo que podían. Tito lo hacía lo mejor que podía, con entusiasmo y todo le parecía bien. Tote siempre le ponía pegas a todo y hacía lo justo para cumplir con su tarea.

Un día, la mamá de Tito y Tote les pidió que fueran al bosque en busca de leña, pues casi no quedaba y la necesitaba con urgencia.

Tito salió corriendo al bosque para buscar lo que su madre les había pedido. Tote, sin embargo, pensó que no hacía falta correr tanto y se fue tranquilamente.

Cuando Tito ya había cargado bastante leña se le pareció una anciana cargada con un gran saco. La anciana tropezó y el saco se le cayó.

—Déjeme que la ayude —dijo Tito, soltando la leña.

—¿Podrías acompañarme hasta casa, muchacho? —preguntó la anciana.

Tito cargó con el saco y siguió a la anciana. Vivía muy cerca, en una choza destartalada.

La anciana, muy agradecida, le dijo:

—En agradecimiento por tu amabilidad puedes coger lo que quieras de mi casa.

Tito, viendo lo pobre que era aquella mujer, le dijo:

—No es necesario que me dé nada, señora. Yo la he ayudado con mucho gusto. Puede contar conmigo cuando lo necesite.

En ese momento, una nube de humo azul celeste rodeó a la anciana Cuando el humo se disipó apareció una hechicera.

—Tu nobleza y amabilidad serán recompensadas. Te concedo un deseo. Cuando quieras algo, llámame y te lo concederé.

Tito se marchó de allí, asombrado. Recogió la leña y se marchó a casa. Por el camino se encontró a Tote y regresaron juntos.

Días después, el papá de Tito y Tote les pidió que fueran urgentemente al bosque a buscar helechos de hojas grandes.

Una vez más, Tito salió corriendo y Tote le siguió lentamente. Tito acabó enseguida y volvió a casa.

—Ahora vuelvo a por más —dijo Tito a su hermano Tote. Este se quedó solo, cogiendo helechos.

En ello estaba cuando la anciana pasó junto a él cargada con el saco.

—Chico, ¿podrías ayudarme con esto? —preguntó la anciana.

—¡Qué fastidio! —dijo Tote—. No entiendo por qué coge usted una carga tan pesada con lo mayor que es.

Protestando y con cara de disgusto, Tote cargó el saco y acompañó a la anciana a su casa. Cuando llegaron, esta le dijo:

—En agradecimiento por tu amabilidad puedes coger lo que quieras de mi casa.

Tote entró en la casa y cogió toda la comida que pudo, dejando la despensa de la anciana vacía.

Tito y ToteLa mujer, al ver el egoísmo del chaval, entró en cólera. Una nube de humo gris la envolvió y salió la hechicera. Tote se quedó paralizado.

La hechicera, muy enfadada, le dijo:

—Como castigo por ser tan egoísta y desconsiderado, a partir de ahora no tendrás dientes, te faltará una oreja, cojearás de una pierna y no podrás usar tu brazo derecho. Y, para que lo olvides nunca, tendrás la piel color piedra.

Tote se marchó como de allí, llorando desesperado. Cuando Tito lo encontró no se lo pensó dos veces e invocó a la hechicera.

—Por favor, devuelve a mi hermano a su estado original —dijo Tito.

La hechicera así lo hizo.

—Espero que hayas aprendido la lección, muchacho —le dijo.

Así fue como Tote descubrió que ser amable y ver siempre las cosas de manera positiva era mucho más divertido que estar siempre protestando.
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