Álvaro era un niño de 11 años que vivía en una gran ciudad, no tenía hermanos y sus padres siempre habían intentado que no le faltara de nada. Si necesitaba libretas, tizas, colores, mochilas... se lo compraban. Si necesitaba un chándal nuevo, un balón, una raqueta…le compraban lo mejor del mercado y si Álvaro se enfadaba porque sus amigos tenían algún juguete que el no tenía, se lo compraban también.
Pero llegó un día en el que la obsesión de Álvaro por tener cosas nuevas llegó al límite y una mañana no quiso desayunar porque vio encima de la mesa del desayuno los mismos cereales del día anterior.
- Mamá ¿No hay otros cereales? – preguntó extrañado –
- No hijo, cuando se acaben esos compraré otros – contestó su madre -.
- Pues no quiero desayunar lo mismo que ayer así que me marcho al colegio sin desayunar-.
- Álvaro hijo, no podemos seguir así. Todos los días necesitas algo nuevo para estar contento.
La madre de Álvaro estaba preocupada y decidió ir al colegio para hablar con la profesora de su hijo para preguntarle qué podía hacer.
La profesora, que se llamaba Soledad, la atendió rápido:
- Buenos días Soledad. Quería hablar con usted porque estamos preocupados porque vemos que está todos los días enfadado porque quiere tener muchas cosas nuevas y no aprecia todo lo que ya tiene. No sabemos si en clase se comporta así y si hay alguna forma de que usted nos ayude.
- La verdad es que en el colegio le pasa lo mismo. Si los compañeros juegan con los mismos juguetes que el día anterior, se aburre y ya no quiere jugar. Si un compañero trae un bolígrafo nuevo, ya no quiere escribir con los suyos... Creo que ha tenido siempre tantas cosas que ya no sabe valorar lo que tiene.
¿Sabe? Tengo un amigo que colabora en una Fundación con niños con pocos recursos. Es increíble lo felices que son esos niños con muy poquito. Podría ser bueno que Álvaro los conociera. ¿Qué le parece?
- ¡Es una idea buenísima! Perfecta para el viernes, que es su cumpleaños.
El día del cumpleaños de Álvaro éste se levantó entusiasmado dispuesto a abrir todos sus regalos. Sin embargo, al llegar a la mesa del desayuno vio un sobre encima de la mesa y una caja llena de juguetes suyos con los que ya no jugaba.
- ¡Mamá!, ¿Pero qué es esto? ¿Dónde están mis regalos? – suplicó gimoteando-.
- Buenos días hijo, lee el sobre. Este año, será un cumpleaños diferente.
A
lvaro abrió el sobre corriendo y se encontró una nota que ponía: “Felicidades Álvaro, este año celebrarás tú cumpleaños en la Fundación no más niños tristes para que aprendas a disfrutar de todo lo que tienes”
Esa tarde fue con sus padres a la fundación y cuando llegó y le presentaron a todos los niños se quedó sorprendido al ver los pocos juguetes con los que jugaban, las pinturas viejas con las que pintaban, las zapatillas pasadas de moda que llevaban.. pero sin duda lo que más le sorprendió fue ver lo felices que eran sin tener nada de lo que él tenía.
Álvaro pasó la tarde jugando con los niños de la fundación y cuando se marchó de allí le dijo a sus padres:
- Papá, mamá, gracias por un cumpleaños diferente. El próximo viernes vendré a
traerles a mis nuevos amigos muchos de mis juguetes. Yo no necesito tener tantos y ¡ah! otra cosa. Desde hoy os prometo que cuidaré mucho más de mis cosas.