El baúl de la abuela
Síguenos en:

El baúl de la abuela

Edades:
A partir de 3 años
El baúl de la abuela María sentía auténtico pavor ante la idea de subir al desván de la casa del pueblo. Solo con ver el primero de los peldaños de la escalera empezaba a tener sudores fríos y a imaginar historias terribles que podrían haber ocurrido allí.

Un año, por la época de carnaval, María pasó unos días con sus padres en el viejo caserón. Por supuesto, sin subir al desván. Una tarde, llegaron unos vecinos del pueblo para invitar a María a una fiesta de disfraces. La niña se dio cuenta enseguida de que no tenía nada que ponerse, aunque le apetecía mucho aceptar la invitación. Al ver a María triste, su padre le dijo:

- ¿Sabes que en el desván están los trajes y sombreros viejos de la abuela? Hay incluso vestidos de cuando estuvo viviendo en África con sus tíos…

El hombre lo dijo con mucha cautela porque sabía el pánico que sentía su hija solo con pensar en subir allí. Sorprendentemente, la niña dijo:

-De acuerdo, genial. ¡Subamos a buscar mi disfraz!

El desván estaba oscuro e impregnado por un fuerte olor a polvo. María abrió una de las ventanas y el sol entró de lleno en la habitación. El espacio estaba lleno de trastos. Había cajas de cartón, somieres viejos, maletas de piel raída…. Y, al fondo del todo, un baúl.

-Ese es, ábrelo- le dijo su padre dándole una llave grande y oxidada.

Era un baúl precioso de madera de ébano y remates dorados en las esquinas. Padre e hija lo abrieron con emoción. María revolvió todo y eligió una chaqueta rosa chillón, unas enormes gafas de sol y unas botas con tachuelas y plumas de colores.

La niña no podía imaginarse que su abuela, a la que había conocido como una mujer seria y estrEl baúl de la abuelaicta, pudiera haber sido tan moderna en su juventud. Su padre le dijo que, antes de casarse, había sido artista en un teatro de la ciudad. A María le dio pena que su abuela no hubiera seguido actuando, pero su padre le explicó que, por aquel entonces, las cosas eran diferentes y las mujeres solían dejar de trabajar cuando se casaban.

Con la chaqueta y las botas de plumas María fue a la fiesta de los vecinos y se lo pasó como nunca. Se prometió a sí misma que, desde entonces, siempre buscaría sus disfraces entre los tesoros que albergaba ese baúl.
Puntuación media: 8,4 (279 votos)
Tu puntuación:
Cuentos con valores similares