El mejor regalo del mundo
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El mejor regalo del mundo

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El mejor regalo del mundo Manolita era una niña muy alegre y divertida a la que quería todo el que la conocía. Todos la llenaban de atenciones y regalos. Era el centro de atención allá donde iba, puesto que, con su carácter alegre y dulce, se hacía querer.

Pero cuando Manolita cumplió ocho años ocurrió algo que cambió por completo su vida. Un nuevo miembro llegó a la familia: su hermano Bartolomé.

Ahora Manolita tendría que compartir la atención y su espacio con su hermano pequeño, y esto no le hacía mucha gracia a la niña. Bueno, puede que al principio tuviese una poca, pero eso pronto se pasó.

- Tengo que hacer algo para que a mí también me presten atención -pensaba Manolita. He ideaba mil y un planes para molestar al pequeño Bartolomé.

Los padres de Manolita pronto se cansaron de que la pequeña se pasara los días molestando al bebé, y decidieron castigarla, encerrándola en su habitación.
Manolita estaba muy enfadada, y dejó de hablar a todos.

Un día, los padres de Manolita tuvieron que irse con urgencia, y tuvieron que dejar al bebé con su hermana.
- Tenemos que irnos, Manolita. Sé buena y cuida de tu hermano hasta que venga la abuela -dijo papá.

Manolita miró a Bartolomé, tan pequeñito en su hamaca, dormidito con su chupete y con su perrito de trapo cogido en su mano.

- La verdad es que es normal que todo el mundo le haga tanto caso. Es muy guapo, parece un muñequito así dormido -pensó Manolita.

La niña se sentó a mirar al bebé. De vez en cuando le acariciaba la mejilla o las manitas.

BEl mejor regalo del mundoartolomé abrió los ojos. El bebé se quedó mirando a su hermana, embobado, y de repente, sonrió. Manolita no pudo evitar hacer lo mismo. Eso le debió de hacer mucha gracia a la niñá, porque se le escapó una risita. El bebé respondió riendo también y haciendo una pedorreta, que imitó Manolita después.

Cuando llegó la abuela un rato después se encontró con sus dos nietos jugando a su manera.

- Abuelita, ¿podemos sacar a Bartolomé de la hamaca? Me gustaría jugar en la alfombra con él -dijo la niña.

Y así fue como Manolita descubrió que tener un hermano era el mejor regalo del mundo.
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