Los Zampabollos eran una banda de bandidos muy peculiar. Lo que hacían Los Zampabollos era robar comida, sobre todo bollería, dulces, golosinas y cosas así, para merendar. Hasta este punto la historia no tendría nada de particular si no fuera porque Los Zampabollos nunca conseguían comerse su botín.
Cuando Los Zampabollos llegaban con su botín a su guarida, este desaparecía. Pero no lo hacía inmediatamente. El suceso era siempre el mismo, y ocurría más o menos así.
-Deberíamos acompañar los pasteles con un té de frutos rojos bien calentito -decía el Zampabollos número 1.
-A mí me apetece más tomar los pasteles con leche fría -decía el Zampabollos número dos.
-Pues yo los quiero tomar con chocolate caliente -decía el Zampabollos número tres.
-¿Por qué no tomamos los pasteles con zumo de naranja? -decía el Zampabollos número cuatro.
Y así sucesivamente. Daba igual lo que hubieran robado para merendar. Cuando uno quería tomar leche, el otro quería chocolate, y el otro té, y el otro otra cosa. Y mientras discutían, el botín desaparecía.
-Tenemos que hacer algo -dijo uno de Los Zampabollos-. Nos cuesta mucho esfuerzo robar la merienda para que luego se nos escape.
-Dudo mucho que la merienda se escape sola -dijo otro de Los Zampabollos-. Creo que alguien nos quita el botín.
-¿Qué podemos hacer para pillarle? -dijo otro de Los Zampabollos.
-Que uno se ocupe de vigilar mientras los demás nos ponemos de acuerdo -dijo otro de Los Zampabollos.
Lo intentaron varias veces, pero nunca funcionaba. Al final, el que tenía que vigilar terminaba entrando en la discusión y la merienda desaparecía.
Tras varios intentos fallidos, uno de Los Zampabollos dijo:
-Creo que lo mejor será que cada uno se prepare lo que quiera para comerse el botín.
A todos los pareció buena idea. Pero tampoco funcionó, porque en la cocina Los Zampabollos tampoco se ponían de acuerdo y discutían por el turno para usar el microondas, la taza o vaso que quería usar cada uno y un sinfín de nimiedades. Y, mientras tanto, el botín desaparecía.
Tras varios días, uno de Los Zampabollos tomó una decisión.
-
El secreto para no perder el botín es que nos pongamos de acuerdo -dijo. Pero como eso parece que no es posible a partir de ahora cada día uno de nosotros elegirá cómo acompañar el botín para la merienda. El que elija prepará todo mientras los demás vigilamos el botín. Y para no discutir más, lo haremos por orden de edad. Empezaré yo, que soy el mayor.
-Pues no me parece bien -dijo otro de Los Zampabollos.
-Pues si no te parece bien, vete a robar tú solo la merienda y te la preparas tú solo -dijo el mayor de Los Zampabollos-. A no ser que tengas otra idea mejor, por supuesto.
-Pues… -empezó a decir el otro-. Pues, la verdad es que no.
Jamás descubrieron cómo desaparecía el botín, pero desde ese momento Los Zampabollos no volvieron a quedarse sin merienda nunca más.